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Aeropuerto Viejo amaneció con ocho casas anegadas

Tres de la tarde. Francisca Montalván veía una telenovela. Notó el suelo húmedo y se percató de que la casa se inundaba. Cogió la bombona de oxígeno de la que depende su marido. Calle Ulpiano Blanco. Barrio del Aeropuerto Viejo. Como ella, otros 20 corrían y gritaban nerviosos el martes.

el 14 sep 2009 / 20:30 h.

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Tres de la tarde. Francisca Montalván veía una telenovela. Notó el suelo húmedo y se percató de que la casa se inundaba. Cogió la bombona de oxígeno de la que depende su marido. Calle Ulpiano Blanco. Barrio del Aeropuerto Viejo. Como ella, otros 20 corrían y gritaban nerviosos el martes. En medio del temporal.

A unos metros, en la calle Los Llanos, Francisca García Pinto intentaba a sus 58 años detener el agua. En el exterior alcanzaba casi el medio metro. Una, dos y hasta tres barreras de ladrillo sujetas con capas de yeso para proteger la vivienda. Fue imposible detener el agua, que anegó todas las habitaciones. Las camas tuvieron aquel día otra utilidad: sirvieron para rescatar muebles y electrodomésticos. En casa de Francisca sólo se salvaron las ropas que estaban acumuladas sobre la tabla de ejercicios para la rehabilitación de uno de los más jóvenes de la familia.

Tres de la tarde. Ana Esther Ruiz -calle Los Llanos al fondo- llama por primera vez a los Bomberos. Francisca Montalván ya lo había intentado antes, hasta que el teléfono se cortó mientras ella permanecía a la intemperie con su marido y la bombona de oxígeno. Entretanto venían los operarios municipales, Ana Esther empezó a construir barreras. La técnica la aprendieron hace años. No es la primera vez que esta calle se inunda. Todos recuerdan los daños causados por un temporal en los 90 y los nervios que entran cada vez que se avecina otro.

"Está lloviendo. Me ha caído una gota". Cambia el rostro de Ana Esther, que exteriorizaba los nervios y la preocupación. Recuerda cómo transcurrieron los hechos la tarde anterior. Cuando llegaron los bomberos y los operarios, ella y el resto de vecinos trataron de ayudarles. Los más jóvenes se sumaron a las tareas, los más ancianos fueron trasladados a casas de sus familiares. Francisca Montalván se fue a San José de la Rinconada con su hija.

Ángel Rodríguez Hidalgo vive con su mujer y sus dos hijos a la entrada de la calle Los Llanos. Pasó horas intentando achicar el agua que salía de todos lados. "Rebosaba del inodoro, de los lavabos...". El canal había superado su límite, situación que se agravó al desbordarse los cultivos que rodean estas casas de la parte baja del Aeropuerto Viejo.

Fueron momentos de nerviosismo. Los técnicos municipales reservaron una veintena de habitaciones en hoteles para un posible realojo. Un grupo de vecinos trató de ocupar las VPO ya adjudicadas situadas en la parte alta de la barriada. Era una solución provisional que la Policía tuvo que impedir. El Consistorio les ofreció comida. La mayoría optó por trasladarse a pisos de familiares. Lo más cerca posible. De media, los vecinos afectados residen desde hace 20 años en estos hogares. Ellos y sus familias.

"Estas casas no son habitables. No puede pasar esto cada vez que llueve con fuerza. Si tuviéramos recursos o posibilidades de acceder a un piso, nos iríamos", apunta Ana Esther Ruiz. Unos instantes antes de decirlo, una vecina hizo el mismo comentario y abrió una discusión. No todos están dispuestos a irse. Ana Esther, como Ángel Rodríguez, no pegó ojo. Amanecieron con sus viviendas destrozadas. Y rodeados de operarios municipales. Ayer, algunos durmieron en sus casas. Y otros siguieron con sus familiares. Aguardan a que se materialicen las ayudas públicas.

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