Hay veces en las que puede decirse "yo ya lo dije" y ésta es una de ellas: la Baronesa Thyssen, Juan de Arco verde pero a lo Dreyer en el Paseo del Prado, está jugando con Málaga y Sevilla emboscada en un lenguaje de abanico de si pero no, pero si? y Sevilla haría muy mal en dejarse envolver en el flirteo, que nada tiene que ver con el romanticismo de sus cuadros y mucho con el interés bancario. Su colección andaluza poco añade a lo que ya existe en Sevilla que, además, es la tierra de la mayor parte de los grandes nombres de esa época, junto con Granada enclave de escuelas y sagas y principal sujeto iconográfico de las obras: la Giralda, el Puerto, la Feria o la Semana Santa, las fiestas en las ventas, los jardines?
Málaga probablemente hace bien en intentar llevarse para allá lo que pueda por la sencilla razón de que no tiene nada, salvo el regalo del Museo Picasso, pero esta ciudad tiene mucho. Debería poner el acento en esa segunda sede del Museo de Bellas Artes que sería -ya lo dije otra vez- su Orsay. Es ahí donde tiene que volcar los esfuerzos y para lo que tendrá que acudir de vez en cuando a subastas o compras de piezas claves de sus autores que completen la colección; si la de la Baronesa se va para Málaga, Sevilla pierde poco, incluso gana: un museo que le hará publicidad porque ella, pictóricamente, reinó en las paletas del XIX y principios del XX.
Antonio Zoido es escritor e historiador