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Afganistán, siempre en la encrucijada

Afganistán está a 14.000 kilómetros de distancia de España y por lo general la opinión pública española desconoce casi todo de allí salvo que un contingente de soldados españoles apoya el proceso de reconstrucción del país formando parte de la OTAN...

el 16 sep 2009 / 07:16 h.

Afganistán está a 14.000 kilómetros de distancia de España y por lo general la opinión pública española desconoce casi todo de allí salvo que un contingente de soldados españoles apoya el proceso de reconstrucción del país formando parte de las fuerzas de la OTAN desde la base de la ciudad de Herat. El proceso de reconstrucción es el título impreciso que se da a la colosal misión que las fuerzas internacionales tienen por delante sobre aquel terreno: un país en guerra permanente desde hace 30 años donde casi la mitad de la población vive en la pobreza más absoluta, la mitad de los pueblos y aldeas han sido destruidos, cuya economía es un despojo que depende exclusivamente de la ayuda internacional y del cultivo del opio y que se encuentra entre los más corruptos del planeta.

En ese país se celebran elecciones presidenciales el próximo jueves bajo la amenaza de los ataques del ejército talibán, desalojado del poder por la ofensiva internacional hace ocho años y que aún controla casi un tercio de los distritos electorales y amenaza directamente a la mitad del territorio. La estrategia del nuevo gobierno de los EEUU promueve la celebración de estas elecciones a cualquier precio, pese a que nadie duda de que se tratará de una ficción democrática y de que el ganador, el actual presidente Hamid Karzai, está decidido de antemano. La experiencia demuestra, según los expertos, que unas elecciones que se celebran en tal escenario de inseguridad, sin censo y sin garantías, no avalan la pacificación, aunque sí proporcionan un factor dinamizador del juego político que resulta socialmente "pedagógico". En estas circunstancias basta con desear que la jornada electoral en Afganistán no desate más violencia sobre este pueblo ultrajado y que, independientemente de los juicios sobre quién o quiénes son culpables de esta situación, la comunidad internacional tome conciencia de su deber de ayudar a este país complejo y sufriente.

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