Tiempo de playa y vacaciones. Tiempo de alejarse de lo cotidiano. Tiempo muerto. Tiempo de puesta a punto, de pretemporada -magnífica la que está cumpliendo el Sevilla este verano-. Tiempo de perfilar plantillas y sistemas -otra vez hechos los deberes con holgura-. Tiempo de amistosos, de trofeos veraniegos. Tiempo de Colombino y de Carranza. Tiempo de padres e hijos. Tiempo de Leivinha y Pereira, de Mágico y de Carmelo. Tiempo de Superpaco y Esnaola. De Curro Sanjosé y de Cardeñosa. Del Palmeiras y de los equipos sudamericanos que venían a hacer su agosto a España. Tiempo en el que, con 10 ó 12 años, vi romperse para siempre a Enrique Montero en el verde de Cádiz. Fue la entrada a menos de 15 metros de mi asiento. Y recuerdo perfectamente dos cosas: el terrible sonido de la carne y el hueso chocando y rompiéndose y la cara de Enrique, vuelta hacia mí, con la boca abierta en un infinito gesto de dolor y los ojos escapándose de sus órbitas, sabiendo que, posiblemente, se le había destrozado una de las herramientas con las que cincelaba su arte. Y nunca volvió a ser el mismo. Un abrazo, Enrique. Nos enseñaste a amar el fútbol-arte con tus grandes filigranas.
Tiempo de ver, de analizar y de ilusionarse. Tiempo que se acaba, que aventura otro tiempo. Uno en el que todo va mucho más rápido y cada día supone uno menos en la agónica búsqueda del triunfo. Disfruten e ilusiónense, porque, el próximo 31 de agosto, se acabó el tiempo. Por cierto, como saben, en agosto Zapatero está de asueto en Doñana (porque él no va a Chipiona, El Puerto de Santa María o Matalascañas). Cuídense de acercarse a los alrededores del Coto de Doñana con sus familias o amigos para disfrutar de sus bien ganadas vacaciones, porque les mandan la patrullera de la Guardia Civil al instante para, sin razón alguna, "cortarles el rollo". ¡¡Y menos si los barcos en los que van se llaman 'Sidi-Alham' y 'Bombita'!!.
