Agustín López, en una sesión de entrenamiento en la Ciudad Deportiva. Foto: Bernardo Ruiz. Agustín López Páez es el hombre de moda en la cantera del Sevilla FC. Nacido en el barrio de la Macarena en el otoño de 1974 y de corazón trianero, este profesor de educación física es el claro ejemplo del espíritu de supervivencia. Su fiel idilio con la fábrica de la Carretera de Utrera nace en 1997, cuando aterriza en la cantera blanquirroja para ejercer las funciones de segundo entrenador y preparador físico. A sus dotes de mediador y hombre dialogante se encomendaron algunos de los mejores técnicos de la prolija fuente de talentos de la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios, Antonio Pérez Leiva, el malogrado e inolvidable Mariano Pulido, Miguel Ángel Gómez, Ramón Tejada y uno de sus mejores amigos en el mundo del fútbol, Fermín Galeote. Con él fue protagonista directo de la histórica racha del C, que en apenas cuatro años escaló desde el infierno de Segunda Provincial hasta Tercera. Ahora, y después de experimentar el amargo sabor de la derrota con el Sevilla Atlético en Segunda, afronta un nuevo reto, alzar el título de la Copa del Rey. Su segunda hazaña en solitario. El preparador blanquirrojo, sevillano de pura cepa, cofrade y feriante, profesa una especial devoción a la Esperanza de Triana y a los titulares de la hermandad del Baratillo. Es un tipo metódico y de costumbres cerradas. Cada día se levanta a las 5.45 para revisar la sesión de entrenamiento de la jornada y someterse a un entrenamiento personal que le permite ser uno más en los ejercicios que dirige a ras de césped en la Ciudad Deportiva. La primera aventura en solitario fue en la campaña precedente, en la que se proclamó campeón de la Copa de Campeones. Fue en la finalísima celebrada en Balaídos y resuelta de forma agónica a favor de los andaluces ante el anfitrión, el RC Celta. Como segundo de Diego Martínez, ahora entrenador del Sevilla Atlético, ya había alzado la máxima presea de edad juvenil, aunque el torneo del KO es el único cetro que no figura en su curriculum, ya que en la 12-13, además, fue líder del grupo IV de la exigente División de Honor. Cuando el árbitro decrete mañana el inicio de la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid del mítico Luis Miguel Ramis, Agus, el nombre con el que fue bautizado en Nervión, soñará con recuperar el prestigio perdido en una competición que no adorna las vitrinas del Sánchez-Pizjuán desde 2009. Los Juan Muñoz, Yan, Juan Soriano, Matos o Antonio buscarán asumir el relevo de aquella camada de oro que alzó el pulgar en Nerja. Como la de aquel Tomares de finales de los 90 que pugnaba por el play-off de ascenso a Segunda División B con el carismático Manolo Colchero en la banqueta. Una década después, Agus, el elegante mediocentro de la UD, anhela sonreír de nuevo.