Sé que Jacinto va a comprarse un fusil. Él lo niega. ¿Me ha visto cara de tonto? Jacinto con un arma sería alguien muy peligroso. Así que iré a matarle con la mía. No voy a quedarme con los brazos cruzados mientras la violencia, la inseguridad y el caos se apoderan del lugar.
El lunes alguien me tiró una piedra desde su azotea. El martes les eché abajo el edificio. Obligaré a todos a cerrar las azoteas. A ver si aprenden de una puñetera vez. Me odian porque desearían ser como yo pero no pueden.
Voy por la calle y recibo tantos abrazos y peloteos como miradas de reojo. Cuchichean a mis espaldas. Pero no tengo miedo. Dios está conmigo, y la razón, y la historia. Esos fundamentalistas de pacotilla, ciegos de nada, creen que podrán destrozar lo que estoy construyendo. Viven en la miseria de la incompetencia. Pero ya les enseñaré yo. ¿Cuándo aprenderán a dejarme en paz? Por cierto, paz es lo que vamos a tener cuando acabe con Jacinto. Ya le avisé. "Jacinto, no te pases que te mato". Mañana ya no estará. Un peligro menos. Espero que esta vez me lo agradezcan.
Los de Israel sí que saben hacer las cosas con dos cojones. Y dicen que van a por Irán.
