El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, saluda durante su llegada al Líbano.
La ciudad libanesa de Bint Jbeil, a pocos kilómetros de Israel, cerró este jueves escuelas y comercios antes de tiempo, recibió a miles de libaneses llegados desde Beirut, y colgó cientos de pancartas para recibir al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, cuyas palabras y pasos siguió atentamente Israel. "Todo el mundo sabe que los sionistas no durarán mucho tiempo", dijo el líder persa al poco de comenzar su discurso ante miles de seguidores que hondeaban banderas iraníes y libanesas en el pueblo que vio enfrentarse al ejército de Israel con las fuerzas del grupo chiíta radical Hezbolá en la segunda guerra del Líbano en 2006. "Los sionistas trataron de destruir este pueblo, pero habeis sobrevivido a los ocupantes y demostrado que Líbano y su resistencia es más poderosa que las espadas sionistas", dijo Ahmadineyad. En los pasillos de Jerusalén y Tel Aviv, los ministerios de Exteriores y Defensa siguen de cerca una de la visitas menos gratificantes a sus fronteras, la de un presidente que alardea de su deseo de aniquilar a Israel y que consigue congregar a miles de seguidores a "sólo un kilómetro" del país enemigo, titulaba el diario israelí de mayor tirada Yediot Ahronot. Los medios israelíes dan amplia cobertura al discurso de Ahmadineyad después de que su gobierno haya presentado la visita como un acto desestabilizador para la región y una clara muestra de que Irán aspira a extender sus tentáculos a toda la geografía local, donde ya cuenta con la fidelidad de Hezbolá.
"La dominación de Irán sobre el Líbano a través de su aliado Hezbolá ha destruido las posibilidades de paz y convertido el Líbano en un satélite iraní y en un centro de terror e inestabilidad", dijo Mark Regev, portavoz del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. "Ahmadineyad visita Líbano como un propietario que camina por su dominio (...) Trae consigo un mensaje de violencia y extremismo y ello debería preocupar a los interesados en un Cercano Oriente estable y pacífico", afirmó Yigal Palmor, portavoz del Ministerio de Exteriores. "La transformación del país de la revolución del cedro en un país al servicio de los ayatolás es extremadamente preocupante", dijo Palmor. Es una "tragedia" que los "líderes libaneses estén permitiendo que un hombre que no es árabe y que es un líder extremista destroce Líbano por dentro".
La visita de Ahmadineyad "ilustra la tendencia iraní a tomar el control del sur del Líbano " y es "importante evitarlo", dijo por su parte Amos Gilad, encargado de la rama de asuntos políticos y de seguridad del Ministerio de Defensa israelí. En la oficina de Netanyahu y en los dos principales ministerios del gobierno israelí no cabe duda: Ahmadineyad quiere convertir el Líbano en una extensión iraní y enfrentar al pequeño país mediterráneo con Israel, coincidían hoy. Pero el viaje de Ahmadineyad no sólo ha alarmado a Israel, quien lo percibe como una de sus mayores amenazas existenciales, sino también al mundo occidental y a Estados Unidos, que lo ha calificado de "provocación" y trabaja junto a Israel para aislar a Ahmadineyad en el desarrollo de su programa nuclear. Israel ha despertado especulaciones en los últimos años sobre la posibilidad de atacar Irán si no desiste en el desarrollo del programa atómico.
Al mismo tiempo, Israel ve a los grupos Hezbolá en Líbano así como al islamista Hamas en Gaza, como los grandes aliados de Irán las fronteras norte y sur de su geografía. Según el Ejército israelí, Hezbolá podría tener 40.000 misiles de corto medio y largo alcance y cerca de 20.000 militantes preparados para luchar en el sur del Líbano. En caso de enfrentamiento, podría estar preparado para lanzar 600 misiles a Israel al día, incluidos 100 de largo alcance que podrían llegar a Tel Aviv. Durante la guerra entre julio y agosto de 2006, Hezbolá lanzó 100 misiles al día llegando a alcanzar la ciudad de Haifa. Hasta 1.200 libaneses y 165 israelíes murieron en los enfrentamientos.