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Ahora hablemos de dinero

"Todo eso está muy bien, señora, pero ahora hablemos de dinero". Los poemas de Dinero, el nuevo libro de Pablo García Casado, se escuchan.

el 15 sep 2009 / 01:40 h.

Todo eso está muy bien, señora, pero ahora hablemos de dinero". Los poemas de Dinero, el nuevo libro de Pablo García Casado, se escuchan. Como si el autor hubiera decidido no escribir, sino pasearse con una grabadora en el bolsillo, y visitar el supermercado, los bloques de viviendas sin jardín, un banco a primera o última hora, cuando resulta más sencillo que el jefe conceda su permiso. Desoyendo la contraportada, es un sentimiento de angustia, no ambiguo, sino firme. Por Dinero desfilan personajes que no llegan a fin de mes, cuyo extracto de gastos e ingresos gana importancia frente al álbum familiar. ¿Qué ocupa un mayor lugar en nuestras vidas, trabajar y ganar más, o trabajar y vivir más? Quizá Dinero no responda a esta pregunta, pero sí proporciona materiales suficientes como para que el lector la conteste.

Pablo García Casado es un poeta magnífico. Por sus textos, y por su actitud. Los primeros hablan por sí solos: tres libros en once años, todos breves e intensos, publicados por la misma editorial, DVD, todo un récord en una época en que el dinero importa más que la fidelidad. Once años protegiendo una voz propia, que bebe de la poesía anglosajona pero también de la tradición española, con el justo respeto y con la lógica ambición, dinamitando barreras entre géneros -¿es Dinero un libro compuesto por poemas en prosa, es una recopilación de microcuentos construidos a base de metáforas?- y empeñado en desacralizar la poesía. Porque la literatura está en la calle, nace de ella, y debe hablar de lo que interesa a los lectores. García Casado lo sabe, se empeña, escribe Dinero.

Dinero, igual que Las afueras, igual que El mapa de América -que es el libro de García Casado que yo prefiero-, comete un pecado: se adelanta a su tiempo. Dentro de cinco, diez años, una legión escribirá como él: con una mirada subjetiva, moral, pero al mismo tiempo limpia y fría, como el escalpelo que rasga la carne para descubrir nuestro interior. No importa cuándo, pero háganme caso: lean Dinero.

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