Cultura

Airbender, el último guerrero: Lamentable despilfarro

EEUU. 2010. Dirección: M.Night Shyamalan. Argumento: Adaptación de la serie de animación de televisión que se desarrolla en un mundo donde los humanos pueden controlar los cuatro elementos. Intérpretes: Noah Ringer, Dev Patel, Jackson Rathbone, Nicola Peltz. Guión: M. Night Shyamalan. Fotografía: Andrew Lesnie. Color. Música: James Newton Howard. Duración: 103 minutos. 7 años.  Calificación: *

el 07 ago 2010 / 20:48 h.

Aunque tenía pensado comenzar esta crítica arremetiendo sin piedad contra todo lo nefasto que la última cinta de Shyamalan acumula en su primera hora y cuarto de metraje, he decidido contenerme y ser algo más benévolo en estas primeras líneas, más que nada porque si tuviera que dejarme llevar por lo que esos 75 minutos dan de sí, es muy probable que la calificación de Airbender no llegara ni siquiera a la estrella con la que la he puntuado y que, además, el título que pueden leer arriba hubiera sido “Shyamalan toca fondo”, dando a entender que los resultados del filme están incluso por debajo de lo obtenido con la infumable El incidente.

A lo que iba. Trascendida esa primera hora y cuarto (haciendo gala de una proverbial paciencia), lo que la media hora final ofrece al espectador nada tiene que ver con lo que hasta entonces ha podido tener que soportar y las últimas secuencias (en las que la carencia de diálogos se agradece sobremanera) si se dejan arropar por un sentido de la épica que debería haber impregnado a toda la cinta, sobre todo gracias a la magnífica labor de James Newton Howard en las lides musicales.

Pero claro, ignorar que, hasta ese momento, la cinta carece de sentido del ritmo, de patrones narrativos lógicos, de actuaciones comedidas y de unos diálogos que no parezcan sacados de la libreta de ejercicios de un niño de primaria es un esfuerzo que pasa demasiada factura y deja expuesto con tremenda claridad que el otrora interesante Shyamalan ha perdido definitivamente el rumbo. Esperemos que algún día sepa recuperarlo por su bien... y por el nuestro.

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