La calle Orfila se convirtió ayer en una pedanía de Triana. Todo sonaba al viejo arrabal. La voz que dirigía los pasos del misterio del Prendimiento tenía un inconfundible acento trianero. Era Manuel Garduño, capataz de otro Soberano Poder, el de San Gonzalo, al otro lado del puente:"Vamos con el Señor del Soberano que Sevilla le espera", animaba Garduño en el interior de la capilla.
Antes de asomar el gigantesco olivo, el hermano mayor de Los Panaderos, Emilio Santiago, brindaba la primera levantá a la delegada de Fiestas Mayores, Rosamar Prieto-Castro, en agradecimiento por su trabajo con las cofradías (de fondo latía el esfuerzo de la edil para retirar las catenarias de la Avenida como pedían algunas cofradías, como la de Los Panaderos):"Va por Rosamar y todos los políticos, para que siempre estén iluminados para hacer Sevilla grande", dedicaba el capataz.
Mientras el barco se perdía por los naranjos de San Andrés, los nazarenos teñían de rojo la capa morada. Eran los tramos del palio que llegaban calle Laraña abajo desde el colegio de las Teresianas de la calle Arguijo, donde habían formado por las reducidas dimensiones de la capilla. Y nuevamente se coló una ráfaga de aire trianero. El palio de la Virgen de Regla sonaba a tarde de Domingo de Ramos en San Jacinto. "Es el palio de La Estrella", apuntaban desde la bulla, algo tensa por el excesivo vallado de toda la calle. La pieza, adquirida en 1909 a la Macarena y bordada en 1891 en los talleres de Josefa Rodríguez Ojeda sobre diseño de su hermano Juan Manuel había cobijado a dos dolorosas coronadas y ahora era a una que el 26 de septiembre de 2010 recibirá igual gracia. El suyo estaba restaurándose. La estampa era doblemente emotiva, sobre todo para el hermano mayor panadero: "Hoy es un día histórico. Saqué este palio durante quince años como costalero de la Estrella. Hoy hay un trozo de Triana latiendo en Orfila".
