F. Villegas / M.J. Fernández
Técnicos de una empresa de pinturas llevan varias semanas lijando, decapando y barnizando las valiosas puertas renacentistas que miran a la Plaza de San Francisco. La intervención, controvertida a la luz de los resultados y materiales empleados, obligará a retocar lo hecho.
Lo reconocía ayer José María Cabeza, director técnico del Patronato del Real Alcázar y responsable de la conservación de la Casa Consistorial, tras una visita a los trabajos de presunto mantenimiento: "La terminación final ha resultado ser muy agresiva. Habrá que satinar las puertas para que recuperen su tono habitual".
Cabeza viene así a reconocer, aunque defienda que se trata de "tareas menores y rutinarias", el estropicio perpetrado sobre las hojas creadas de acuerdo al programa iconográfico de Diego de Riaño en el primer tercio del siglo XVI, las mismas que debería haber tratado un personal especializado en patrimonio -ni más ni menos que como el que ha velado por las puertas también históricas del Alcázar-, y no por unos operarios que, así que sepan mucho de pinturas, han acabado por dañar unos bienes que son parte de un Bien de Interés Cultural (BIC).
Y resulta que con la intervención, lo que se ha conseguido es un embotado completo de los vistosos relieves -muchos de ellos han perdido los detalles y se han embastecido, lo que denota un uso algo excesivo de la lija- y la aplicación de un dudoso y lesivo barniz de poliuretano que bien hace el apaño en el uso doméstico -es el que puede usted adquirir en cualquier ferretería-, pero que no debería aplicarse en unas puertas centenarias. Y encima con una tonalidad rojiza que, como se advierte en la puerta acabada, le ha conferido colores y brillos más propios de una garrapiñada que de una obra maestra de la carpintería.
No por menos, Cabeza reconoce que habrá que retocar el trabajo. Habla concretamente de satinarlo, lo que significa aplicarle disolvente para matarle tanto brillo y ese molesto color cobrizo que enmascara el color de la madera vieja, el que nunca debería haberse eliminado a base de brochazos que parecen haberse dado sin la supervisión debida. Ahora bien, si se satina hay que tener en cuenta que el barniz -un protector de la madera- perdería su efecto, lo que a la postre podría dejar desarmada a la madera ante la intemperie. Además, expertos consultados por El Correo señalan que no será tarea fácil devolverle a la madera su tono y recuperar sus detalles. Habría que usar decapantes y pasar la madera por el fuego para quitar el colorante adherido. Huelga decir que tiene mucho de agresiva.
habla la Junta. Preguntada la Delegación Provincial de Cultura si el proyecto ha pasado por la Comisión de Patrimonio, ésta ayer lo negaba, pero dejaba claro que, al tratarse de tareas de mantenimiento, no es menester. Lo que no basta para que, si le llega una denuncia o evidencia de daño, pueda intervenir de oficio.