Los noventa minutos que separan al Betis de su quinta victoria consecutiva en las cinco primeras jornadas de Liga no son nada comparados con las seis horas que separan Sevilla de Albacete, sobre todo si se pasan en un autobús, como hizo ayer el equipo verdiblanco. Pero hay una diferencia: cuando se montó en el vehículo, la expedición sabía aproximadamente cuándo llegaría a la ciudad manchega, pero cuando empiece el partido no sabrá cuál será el desenlace de la contienda. La intención de Pepe Mel es resolver esa incógnita con los tres puntos, como es obvio. En primer lugar, porque los necesita para continuar instalado en la cúspide de la clasificación. En segundo, porque un profesional sin orgullo no es un profesional y al técnico le encantaría entrar en la historia del club. Y en 103 años de vida el Betis sólo empezó dos veces con cinco triunfos seguidos: la primera fue en la 30-31 y la segunda y última fue hace 76 años y correspondió al Betis campeón de Liga, ni más ni menos.
El conjunto de Heliópolis no aspira a ganar la Liga, como en aquella mítica campaña 34-35, pero el objetivo es casi igual de importante para la supervivencia del club. Si no asciende, el futuro estará coloreado de negro. Puede incluso que ni siquiera haya futuro. El club necesita retornar a Primera y el camino trazado hasta ahora por Mel y sus futbolistas es el ideal, a razón de triunfo por partido. El próximo reto, la quinta de las 42 finales que el Betis debe afrontar, es ante el Albacete, nada que ver ya con aquel queso mecánico que Benito Floro elevó a la élite. Ahora se contenta con sobrevivir sin sobresaltos en la categoría de plata, pero la presunta debilidad del adversario no es entendida como tal por Mel. La consideración de cada choque como una final, de hecho, lleva su firma. "El Albacete es un rival directísimo porque tiene tres puntos que queremos quitarle. El partido es de los más complicados", reivindicó el jueves. Ese discurso va más allá de las palabras. En el largo trayecto desde Sevilla a Albacete, el entrenador del Betis alimentó la motivación de sus futbolistas con un documental sobre los cien años de vida del club de La Palmera.
El Betis afrontará esa quinta final con su alineación tipo. Eso implica una novedad respecto al equipo que venció al Valladolid, la de Nacho por Fernando Vega, una vez que el malagueño ha cumplido su sanción. El resto del conjunto no necesita variaciones porque los resultados así lo respaldan: cuatro victorias en cuatro jornadas, liderato casi ininterrumpido, más goles a favor que nadie... En la convocatoria también escasean los cambios y sólo hay dos: Juanma y Juande ocupan las plazas de Beñat y Ezequiel, ambos lesionados.
El Albacete aguarda al Betis desde la decimocuarta plaza, tan cerca del descenso como de los play offs de ascenso. Antonio Calderón, que la pasada campaña trabajó junto a Jesús Paredes y dirigió a Dorado en el Huesca, aún desconoce por qué objetivo luchará su equipo, aunque la marcha de Stuani, el último pichichi de Segunda, no le ha hecho ningún bien. El conjunto manchego, que pierde al central Tarantino y al lateral Toni (cedido por el Betis e imposibilitado de jugar hoy por una cláusula de su contrato), viene de empatar en Huelva y derrotar al Granada, así que el Betis es su tercer rival andaluz consecutivo. Claro que para serie, la de victorias de los verdiblancos. Una más y habrán igualado su récord. Una más y seguirán líderes. Una más y el ascenso estará un metro más cerca.
