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Alberto Martín: "La torre Pelli tiene un buen lugar, está en marcha y hay que terminarla"

Con 15 años invirtió sus ahorros en adquirir el pase de temporada de la muestra. Hoy nadie sabe más que él de aquel evento.

el 15 jul 2011 / 19:26 h.

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Alberto Martín es presidente de la Asociación Expo'92 y vocal de la Asociación 'Sevilla se Mueve'.

Aquel acontecimiento marcó la vida de miles de sevillanos. Pero a algunos, además, le imprimió un recuerdo imborrable. Para mantenerlo vivo y para que aquellos seis meses de modernidad continúen marcando el rumbo de la ciudad, Alberto Martín está al frente de la Asociación Legado Expo’92 (www.expo92.es ), una organización que demuestra el interés que sigue suscitando en los ciudadanos que la vivieron y en quienes sólo tienen la Cartuja como testimonio de lo que en ella sucedió.

–¿Por su edad no debía usted estar jugando al fútbol en el 92 en vez de andar por la Expo?

–Probablemente. Pero un día, allá por el 88 vi en una peluquería un cartel anunciando la exposición. Cuatro años después invertí todos mis ahorros en comprarme el pase de temporada, que valía 30.000 pesetas. Iba todas las tardes con un amigo, bocata en mano.

–¿Y lo que vio en ella le marcó de por vida?

–Píenselo. Hubo días en los que en el recinto se juntaban 700.000 personas, tantas como población tiene Sevilla. Me llenó plenamente. No éramos conscientes del tesoro que teníamos en la Cartuja.

–¿Y de ahí a Expo92.es?

–Pasó mucho tiempo. Fue a raíz del incendio del Pabellón de los Descubrimientos y el posterior derribo del cine Omnimax, uno de los símbolos de la Expo’92, que estuvo funcionando bastantes años después. Me produjo una tristeza enorme y decidí aliarme con Javier Rico para crear la página web.

–¿No es sorprendente que su sitio en internet sea el único que, a día de hoy, compila una gran información sobre el evento?

–Absolutamente. Durante mucho tiempo la ciudad ha vivido de espaldas a la Cartuja. Aunque en este tema, Agesa [empresa pública que gestiona los bienes y activos de la Expo’92] sí que se tenía que haber preocupado de poner a disposición de la ciudad el maravilloso e inmenso archivo fotográfico y videográfico de la muestra que atesoran. Lo tienen guardado en discos duros en ordenadores en el Monasterio de la Cartuja cuando tenía que estar disponible para todos.

–Le imagino con lágrimas viendo el declive de ‘Cartuja, el Parque de los Descubrimientos’ y todo lo que vino luego...

–No, en absoluto. Sabía perfectamente lo que vendría tras la Expo. Fue algo natural que se derribaran pabellones. Siempre, en cualquier exposición universal, ha sido así. Y donde se han dejado las cosas no ha funcionado. Por ejemplo el recinto de la Expo de Nueva York de 1958 está completamente abandonado. No debía alertar a nadie lo que pasó luego. Una muestra universal es sorprendente porque sólo dura seis meses. Si perdurara no sería única. Y efectivamente, aquello de ‘Cartuja, el Parque de los Descubrimientos’ fue un fracaso. Las comparaciones fueron terribles.

–Entonces, ¿en Sevilla no se llevó mal la post-Expo?

–Salvo errores puntuales, no. Todo lo que vino después se utilizó como arma arrojadiza contra los políticos y el PSOE se vio muy perjudicado. Pero hay que entender que las cosas son como son. Por ejemplo, el monorrail se hizo y se pagó para la Expo, para mantenerlo se habría necesitado una gran inversión. Mire Zaragoza, donde tienen que asumir 250 hectáreas a las que tienen que dotar de servicios. De momento también han cerrado ya el telecabina. La Expo de Sevilla fue una gran campaña de imagen de España que sirvió para decirle a Europa y al mundo que estábamos aquí. La mejor herencia que tenemos hoy es, sin lugar a dudas, el AVE.

–¿Qué me dice del tópico de que la nuestra fue mejor que las que vinieron: Lisboa, Hannover, Zaragoza...?

–La de Sevilla aprovechó un momento tecnológico muy bueno, fue el primer sitio del mundo en el que existió una Intranet. También se implantó el 3D y ya ve ahora, tanto tiempo después, cómo está pegando de fuerte. Hoy día en cambio todo cambia rápido y el propio concepto de exposición universal acusa cansancio. Veremos a ver qué vuelta de tuerca propone Milán 2015.

–¿De los pabellones que quedan en pie cuáles tienen un mayor valor arquitectónico?

–El de Marruecos, más su interior que el exterior. También el de Kuwait diseñado por Calatrava. Uno que pasa desapercibido pero que es muy valioso es el de Francia, cuyas instalaciones son subterráneas. Y por supuesto el de Hungría. El mayor éxito de nuestra asociación fue luchar para que no se derribara y fuera catalogado BIC (Bien de Interés Cultural). De momento, eso sí, no ha servido de mucho porque está abandonado, la pizarra se está desprendiendo y la madera cada vez está más resquebrajada.

–Con la demolición del de la Santa Sede ustedes cogieron una llorera de aúpa...

–No tenía ningún valor pero lo interesante era que se confrontaba con el de Hungría, muy distintos ambos en arquitectura. Otro que la gente lamentó mucho fue el de Japón, hecho íntegramente de madera. Al día siguiente de finalizar la Expo los japoneses estaban derribándolo. En el fondo era algo muy bello, como una flor que se pierde, una belleza que dura un instante. Forma parte de su filosofía de vida.

–Curro sigue vivo...

–¡Sí! Apareció durante las concentraciones del 15-M y en la red Twitter hay un usuario con su nombre que tiene cientos de seguidores. Luego su merchandising cada vez es más cotizado.

–La peatonalización, el carril bici, Metropol Parasol... ¿Hay algo de efecto Expo en todo ello?

–Por supuesto. Monteseirín arriesgó y propuso una ciudad moderna con hitos arquitectónicos. Quedan cosas pendientes como el eterno proyecto del Pabellón del Futuro, la Estación de San Bernardo o la recuperación total de la Torre Schindler junto al Pabellón de la Navegación. Esperemos que, además de crear aparcamientos, Zoido sea sensible hacia un modelo de ciudad más actual.

–¿Algo que opinar sobre la tan traída torre Pelli?

–Hablo a título personal, el edificio está en marcha y no tiene ningún sentido pararlo. Hay que terminarlo como sea. Por otro lado se instala en un buen lugar, un terreno vacío que se tiene que ocupar y la Cartuja es un espacio perfecto para ubicar un rascacielos.

–Andan guerreando ahora por la recuperación del canal de la Expo’92...

–Es quizás lo que más nos preocupa como asociación. El legado paisajístico de la muestra se ha perdido completamente. Ya lamentamos que Isla Mágica enterrara el lago. Cartuja 93 tiene previsto tapar el lago y hacer aparcamientos pero nosotros creemos que ambas cosas son factibles.

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