Fue el bohemio por excelencia. Alejandro Sawa (Sevilla, 1862-Madrid, 1909) escrutó su mundo y su tiempo con una actitud y una escritura únicas: ahora, una edición recoge más de 170 apasionantes crónicas del Byron del proletariado.
Crónicas de la Bohemia (Editorial Veintisiete Letras) es el título del volumen que recoge los textos periodísticos de Sawa, desde sus artículos de juventud en Málaga -ciudad a la que se desplazó a temprana edad desde su Sevilla natal- hasta sus últimos, agónicos escritos. Se incluye en esta edición, además de una completísima introducción a cargo de Iris M. Zavala, los cinco textos que Sawa escribió para Rubén Darío -que prologó su poemario Iluminaciones en la sombra-, y que aparecieron firmados por el nicaragüense en el diario porteño La Nación en 1905.
Alejandro Sawa siempre se atuvo a una máxima: "No es el más insigne periodista el que escribe mejor, sino el que comprende y maneja mayor número de postulados intelectuales". Con esta premisa, abordó su personal crítica a la España atrasada y ridícula, políticamente corrupta y mísera, a aquella España horizontal que él quería vertical.
"También trata sobre la crisis del caso Dreyfus, de la Comuna de París, sobre la guerra del 98, de la religión, del feminismo, sobre la triste noticia de un desahucio, nombramientos de académicos, sobre la coacción del Estado, de la moral, de otros países como China, sobre la prensa, y de otros tantos temas de la actualidad de su tiempo", enumera Zavala, al tiempo que señala cómo "lo que intenta Sawa es abrir un hueco en el discurso social y literario para dar entrada o voz a todo lo excluido del ámbito de lo establecido, en una España dogmática y sin voluntad".
Jamás hombre más nacido/ para el placer, fue al dolor/ más derecho... , escribió Manuel Machado de Sawa uno de los introductores de las vanguardias en España. "No renunció a nada", concluye la autora del estudio introductorio, la profesora Zavala. "Muy al contrario, su vida y su obra muestran hasta el límite la herida que supone esa trágica escisión. El escritor asume hasta el final su voluntad y su vitalismo con la inevitable consecuencia: miseria y muerte".
