Francia y Alemania han tomado el timón de la Unión Europea, amparadas en el nuevo Tratado de Lisboa y, tras la cumbre bilateral que celebraron ayer, queda claro que no han tenido en cuenta a la hora de tomar decisiones y decidir propuestas ni al presidente permanente de la UE, Herman Van Rompuy, ni al país que ocupa la presidencia de turno (España).
Cuatro días después de que se suspendiera la esperada cumbre UE-EEUU y sin que Europa haya mostrado su rechazo a la cancelación, el primer ministro galo y su homóloga alemana, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, respectivamente, han decidido tomar las riendas. Así, ayer abogaron por dotar a la UE de un gobierno económico para coordinar la agenda común en el horizonte de 2020. Por ello, presentarán iniciativas comunes en la cumbre de los veintisiete países comunitarios del próximo día 11. También instaron a la UE a que antes de que acabe el año establezca nuevos indicadores para medir el crecimiento económico que tengan en cuenta aspectos como el bienestar sanitario, social o medioambiental.
Esos indicadores, que tomarán como base los trabajos que se han encargado a los premios Nobel de Economía Joseph Stiglitz y Amartya Sen, servirán para completar el Producto Interior Bruto (PIB).
Sarkozy, quien anunció que la víspera del Consejo Europeo de la semana próxima se volverá a concertar con Merkel, aseguró que "este liderazgo franco-alemán no se dirige contra nadie. Simplemente, para que exista una Europa fuerte, Francia y Alemania tienen que trabajar juntas". "Alemania y Francia están dispuestas a aceptar críticas", pero hay que acabar con las promesas que luego no se cumplen, comentó en lo que parece una alusión al fracaso de la Estrategia de Lisboa para convertir la UE en la economía más competitiva, gracias sobre todo a la innovación.
acciones concretas. En el comunicado distribuido al término del encuentro de París, los dos gobiernos destacaron que el debate institucional en Europa ha quedado atrás y ahora debe centrarse en "una acción concreta al servicio de sus ciudadanos y de sus empresas, preservando el medio ambiente, que es nuestra herencia común". Así, se pronunciaron por "reforzar la vigilancia en materia de competitividad" con los tipos de cambio con la zona euro y reafirmaron su compromiso con el Pacto de Estabilidad y, en particular, con la meta de que el déficit sea inferior al 3% del PIB en el año 2013.
París y Berlín avanzaron que continuarán sus esfuerzos para "establecer una regulación financiera internacional robusta y armonizada para garantizar unas reglas del juego equitativas" en la reglamentación y la supervisión.
Sobre política energética y climática, dijeron que apoyarán la aplicación del acuerdo de Copenhague de diciembre, pero que su objetivo es lograr un compromiso "global, ambicioso y jurídicamente obligatorio". Sarkozy reconoció que su iniciativa de una tasa de carbono en las fronteras de la UE Alemania no la puede asumir por la idea que lleva aparejada de impuesto, pero subrayó que los dos países están de acuerdo en que "hace falta un mecanismo para reequilibrar las condiciones de competencia". Es decir, se buscarán "medidas apropiadas" en la Unión Europea que eviten el desequilibrio de competencia de los productos importados por Europa elaborados en países donde hay las mismas restricciones en las emisiones contaminantes.
En política exterior, Merkel y Sarkozy subrayaron la necesidad de establecer una alianza con Rusia, y la canciller alemana sentenció que "hay que cerrar de una vez por todas la Guerra Fría". El primer ministro del país vecino también insistió durante su intervención en que "no hay otros dos países en el mundo que puedan anunciar tantos proyectos" en común, como los 80 presentados hoy [por ayer] que cubren, aparte del temas más citados, la innovación e investigación, el acercamiento de los ciudadanos y el marco institucional.
Por último, una de las medidas más simbólicas de este último acuerdo es que en los consejos de ministros del Gobierno francés en los que se trate de alguna cuestión que afecte a Alemania participará un titular alemán, y a la inversa.