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Alergia: incómoda y cara

Uno de cada cinco sevillanos sufre rinoconjuntivitis, una enfermedad no grave pero que merma la calidad de vida y supone hasta 1.709 euros anuales por paciente en gastos directos sanitarios e indirectos al bajar la productividad laboral

el 22 mar 2014 / 23:30 h.

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Uno de cada cinco sevillanos padece una alergia respiratoria y la mitad de ellos sufre asma asociado a ésta, una patología en la que puede derivar la rinoconjuntivitis cuando no se realiza un estudio alergológico adecuado que permita identificar claramente la principal causa de la alergia y personalizar el tratamiento. No es una enfermedad grave pero si condiciona la calidad de vida de las personas durante al menos tres meses al año y, sobre todo, tiene unos costes indirectos que duplican el gasto sanitario directo del diagnóstico y tratamiento. Si cada alérgico cuesta 584 euros al año al sistema sanitario, el absentismo laboral provocado por ataques graves y, sobre todo, la reducción de la productividad del 30% que causa tanto la somnolencia de los antihistamíninicos –el tratamiento farmacológico más frecuente– como el cansancio propio que es uno de los síntomas suponen 1.125 euros anuales por paciente, según el I Estudio de Farmacoeconomía de la Rinitis (Ferin) realizado en 2012 por la Sociedad Española de Alergología. En total, 1.709 euros, una cifra suficientemente importante como para tomarse en serio la prevención con vistas evitar la sintomatología y no «solo acordarnos de Santa Bárbara cuando truena», como señala la directora a de la Unidad de Alergología del Hospital de Valme, Ana María Navarro, y coordinadora de rinoconjuntivitis de la Sociedad Española de Alergología. Con ella revelamos las claves de esta primavera para los alérgicos sevillanos, en la que se espera una concentración de polen algo mayor a la del año pasado (unos 5.600 grados por metro cúbico de aire) que implica riesgo alto. También desmontamos algunos mitos y leyendas sobre la otrora conocida como fiebre del heno que provoca 52.506 consultas anuales al SAS en Sevilla, 14.466 correspondientes a pacientes nuevos. Ciprés y platanero ganan a gramíneas y olivos. Aunque el 80% de los alérgicos son sensibles a más de un tipo de polen, e incluso quienes padecen alérgicas respiratorias son también más propensos a sufrir dermatitis atópica o alergias alimentarias, en la provincia de Sevilla el principal alérgeno es el polen de la planta del ciprés. Sin embargo, es una alergia que pasa más desapercibida porque «el ciprés poliniza en febrero y se suele confundir con un catarro porque aún es invierno», explica la doctora Navarro. En la capital, además, la segunda alergia más frecuente es al platanero, que poliniza en marzo, mientras que en la provincia es más habitual a las gramíneas y al olivo que provocan síntoma de abril a junio. En la zona sur –cuya población es atendida en Valme- es además muy frecuente la alergia al polen de una maleza conocida popularmente como el cenizo que poliniza dos veces al año, por lo que los síntomas aparecen en primavera y entre septiembre y octubre. Junto a las alergias al polen de distintas plantas, en primavera la sensibilidad a los ácaros se agudiza porque el clima y la humedad hacen que proliferen, igual que ocurre con la alergia a las esporas de hongos ambientales. El alérgico no nace, se hace. Existe una predisposición hereditaria a la sensibilidad atópica pero influye mucho más la exposición ambiental, que se den las condiciones para desarrollarla. De hecho «nos podemos hacer alérgicos en cualquier momento, no somos de nacimiento sino que se desencadena la reacción al entrar en contacto con la sustancia y depende de los picos de concentración surgen los síntomas», explica Navarro. Sin embargo, reconoce que la Alergología no tiene hoy respuesta a por qué una persona que vive toda su vida en el mismo entorno desarrolla la alergia en un momento concreto de su vida. Lo que de momento no está probado científicamente es que exista una relación con procesos como el embarazo, pese a la extendida idea de que muchas mujeres desarrollan la alergia tras tener hijos. La ciudad es peor que el campo. En contra de lo que se pueda pensar, el entorno urbano es más perjudicial para los alérgicos que el rural. Tiene una explicación. Los pólenes de las zonas urbanas son más agresivos porque «las proteínas que generan las plantas para defenderse de la contaminación lo hacen más agresivo», señala Navarro. Además, las partículas Diesel que genera el tráfico son el transportador ideal del polen a las vías respiratorias. Crecen las alergias y baja el asma. En las últimas dos décadas se han estancado los casos de asma, en parte porque muchos pacientes desarrollan esta enfermedad a raíz de una rinitis crónica no suficientemente controlada y se ha avanzado en el control y vigilancia de éstos. Sin embargo, las alergias no paran de crecer y Navarro reconoce que a ello contribuyen no solo factores ambientales como la contaminación sino que solo en los últimos cuatro años se ha conseguido afinar con la vacuna, que es el único tratamiento que «ataca la causa» ya que todo lo demás solo alivia los síntomas. El alergólogo, al hacer un estudio completo al paciente no solo mediante la famosa prueba de los múltiples pinchazos sino también con preguntas sobre el entorno en el que se desenvuelve día a día y cuándo nota frecuentemente los síntomas, busca cuál es el alérgeno más relevante, es decir, la máxima responsable de esos síntomas porque la mayoría son sensibles a varios y algunos, como las gramíneas y olivos, están en el aire a la vez y en las mismas zonas por lo que resulta difícil concretar cuál le afecta más y hasta hace poco se ponían vacunas muy genéricas. En Sevilla, el SAS realizó el año pasado 6.461 test cutáneos y 3.014 pruebas de exposición con fármacos. La vacuna no siempre cura al 100%. La vacuna de la alergia lo que hace es «modular el sistema inmunológico» para que no perciba el alérgeno como algo de lo que debe defenderse mediante los síntomas clásicos de estornudos, mocos o lagrimeo ocular, pero no siempre se consigue al 100% y en algunos casos, una vez terminado el tratamiento con ésta, el paciente debe mantener la medicación. La vacunación es además un tratamiento largo. Según el tipo de polen al que se es alérgico y cada caso, un paciente debe estar entre 3 y 5 años vacunándose periódicamente (hay vacuna inyectada pero también por vía oral). El seguimiento determina cuándo se corta el tratamiento pero lo cierto es que si siquiera «porque esté un año entero sin síntomas se puede decir que alguien ya no es alérgico». Tampoco se aconseja a todo el mundo aunque sí suele prescribirse a los pacientes con asma alérgico o con rinitis persistente para evitar que desarrollen asma. En Sevilla el año pasado se pusieron 3.517 vacunas. La meteorología es determinante. El clima determina la polinización de las plantas y la concentración de polen en el ambiente. Según lo llovido en otoño e invierno se puede saber cuánto polen va a haber. El cálculo se hace con el de las gramíneas (5.600 granos por metro cúbico de aire para este año), si bien el efecto en los alérgicos depende luego de cómo sea la primavera. «Si sigue lloviendo se reducen los días pico, como el año pasado, pero a más sol y viento, peor», relata Navarro. La predicción para esta primavera es que sea similar a la pasada, que ya supuso un repunte alto que no se producía desde 2007.

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