El Sevilla se ha quitado de en medio, al menos hasta el proximo verano, al central Alexis Ruano, un futbolista por el que se pagaron 5 millones de euros al Valencia en agosto de 2010 para cubrir la repentina marcha del francés Squillaci, que dejó a los nervionenses con un palmo de narices para irse al Arsenal mientras se disputaba la previa de la Champions contra el Sporting de Braga.
Es obvio que el fichaje de Alexis, que sólo ha jugado un partido esta temporada y no convenció a nadie el año pasado pese a jugar bastante con Manzano, ha sido un fiasco en el plano deportivo, aunque quienes conocen las interioridades del vestuario y los secretos de la noche sevillana consideran que su falta de profesionalidad fuera del campo estaba influyendo de manera muy negativa en otros jóvenes canteranos del plantel.
El propio Pablo Blanco alertaba ayer por la mañana a Campaña –íntimo de Alexis– de que debía cuidar mejor sus compañías para triunfar en el mundo del fútbol, así que blanco… y en botella, nunca mejor dicho. Un problema menos de los muchos que se ha encontrado Míchel, que ya sacó el látigo el primer día para poner fime el personal.
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