Los discursos de Rubalcaba y Chacón se han excedido de tiempo, y los delegados han salido disparados del salón plenario a votar y a comer. Se decía que lo que contasen los candidatos (y cómo lo contasen) minutos antes de abrir las urnas influiría en algunos delegados, entre un 5 y un 10% que aún no lo tenían claro, y que han preferido esperar para "dejarse convencer".
Éste es el caso de Josep Rudí, de la federación valenciana, que ha salido del plenario después de escuchar a los dos candidatos y se ha encendido la mitad del puro que empezó a fumarse antes de que empezara el discurso de Rubalcaba, el primero. "Lo acabo de decidir, aquí al sol, que voy a votar a Alfredo", dice. Cuenta Rudí que cuando empezó a fumarse el puro aún no lo tenía claro. "Tengo una lucha interior entre lo que creo que es mejor para el partido, lo que creo que es mejor para la sociedad y lo que me piden las entrañas", dice. ¿Y cuál es la lucha interior? "Pues que cada uno me dice que vote a un candidato distinto".
El hall circular del hotel se ha transformado en el espacio 2.0, una especie de plaza diáfana que desapareció cuando cientos de delegados, invitados y periodistas se metieron a seguir por la gran pantalla los discursos. En ciertos momentos ha habido gritos y silbidos, y algunos incluso han llorado porque la red wifi ha dejado funcionar y no podían transmitir vía twitter "cuánta emoción le embarga". Así le ocurría a Dolores, invitada por la federación castellanomanchega. Al escuchar a Chacón hablar de su abuelo, de su trayectoria en la guerra, en campos de concentración y en el exilio, la líder catalana terminó diciendo: "Mi abuelo me dijo: niña, yo no he tenido infancia. Me la robaron". Dolores, Lola, desde el público, ha intentado twittearlo, pero no lo ha conseguido: "Yo no sé cómo esta señora puede decir esas cosas sin echarse a llorar".
Rubalcaba, dicen, se ha centrado más en describir el modelo de partido, "que es lo más inminente y lo que más urge cambiar", explica el delegado Unai Díaz, de las juventudes socialistas de Asturias. Mientras Carme Chacón ha preferido "dirigirse a la sociedad y ha dado un discurso de campaña electoral", añade su compañero Alberto. Ambos candidatos han despertado "entusiasmo" e "ilusión" en la platea, pero es justo reconocer que la dirigente catalana ha arrancado mayor número de aplausos (algunos oyentes incluso se han servido de los paneles publicitarios de las paredes para golpear). Quizá sea, dice el delegado Antonio Sánchez, de Córdoba, porque el discurso de Chacón "estaba plagado de eslóganes, y cada idea fuerza la amartillaba tres veces por lo menos".
"Un país laico, laico, laico"; "Quiero una ejecutiva con gente buena, pero también con buena gente, con buena gente, con buena gente". Este martilleo, por fuerza, arrancaba aplausos cada vez, y así el discurso se hacía más intermitente, pero también hacía al público más proactivo, y menos espectador. Rubalcaba, en cambio, ha espaciado los aplausos, porque "lo suyo son explicaciones más o menos largas que conducen a un fin", cuenta Sánchez.
Unai Díaz y Alberto creen que haber sido el primero en pronunciar el discurso ha beneficiado a Rubalcaba y ha perjudicado a Chacón. "Cuando te encuentras un telonero así, después, ¿qué dices?". El problema, explican, es que al ser del mismo partido y compartir prácticamente las mismas ideas, los mismos principios y las mismas excusas para hablar de la derrota electoral socialista, Chacón se ha visto obligada a retomar un camino ya andado. "Lo bueno es que Carme se ha metido mucho en su papel y ha ejercido de artista, metiéndose al público en el bolsillo", apunta Raquel, delegada de Valencia.