Cultura

Algo para recordar

El nefasto hito de las tres suspensiones seguidas en el corazón del ciclo; el escándalo televisado que supuso la tercera de ellas; y el fracaso ganadero que aparejó el supuesto tramo torista y la triple y vergonzante comparecencia de los toros de la familia Domecq Morenés no pueden ocultar las excelencias de un ciclo incompleto que invita a la reflexión. (Foto: El Correo)

el 15 sep 2009 / 03:16 h.

El nefasto hito de las tres suspensiones seguidas en el corazón del ciclo; el escándalo televisado que supuso la tercera de ellas; y el fracaso ganadero que aparejó el supuesto tramo torista y la triple y vergonzante comparecencia de los toros de la familia Domecq Morenés no pueden ocultar las excelencias de un ciclo incompleto que invita a la reflexión.

Por la alta alcurnia de su concepto y la regularidad con el que supo administrarlo, el alicantino José María Manzanares se ha alzado como triunfador indiscutible del ciclo después de mostrar ese toreo sinfónico, rítmico y expresivo que ya le había convertido en el autor de la mejor faena en 2007.

Manzanares había estado a punto de cortarle la segunda oreja al segundo toro del Ventorrillo, un animal noble y progresivamente rajado al que no acertó con la espada. Pero el despliegue definitivo del alicantino llegó el Lunes de Alumbrado, al cuajar de forma magistral, cadenciosa e inteligente, administrando las condiciones del toro, al único animal que sirvió del primer envío de Juan Pedro Domecq. Lástima que su tercera tarde fuera suspendida. Se olía la Puerta del Príncipe...

Venía avalado por la inapelable redondez de la segunda parte de la pasada campaña y Miguel Ángel Perera no falló para mostrar la mejor dimensión de su toreo de cercanías, mano baja y pasmosa quietud al sexto de El Ventorrillo, con el que firmó el trasteo más rotundo de la Feria. Sin embargo, el propio diestro evidenció las lagunas que aún le separan de la madurez definitiva al empeñarse en aplicar el mismo molde a dos toros de muy distinta condición en su segunda comparecencia en el abono.

Sin un triunfo resonante, El Cid cuajó una gran feria, de gran maestro, de torero macizo y definitivamente hecho; muy para los profesionales. Su mano izquierda brilló en Resurrección y sobre todo en la tarde de los victorinos, también ante un sobrero rajado de la Dehesilla. Da gusto ver al Cid lidiar a los toros, mandar en el ruedo.

Por derecho propio, pertenece a un cuadro de honor en el que también hay que inscribir a El Juli, magistral y preciso; en figurón del toreo, ante un toro imposible al que le arrancó una oreja de oro. No se pueden olvidar tampoco las ganas y el arrebato de Morante de la Puebla, que arrancó una faena cantada a golpes de corazón que nos redimió del petardo de Parladé.

También hay que anotar el grandioso espectáculo que El Fandi desplegó con capote y banderillas; la madurez de El Fundi y la absoluta dignidad con la que diestros como Juan José Padilla y sobre todo Javier Valverde despacharon la miurada. Arriesgó más que otras veces, sin convencer del todo, Tejela y se jugaron el pellejo, sin redondear con sus victorinos, Ferrera y Pepín Liria, que se despidió a sangre y fuego de la Maestranza.

Decepciones toreras. Anunciado como una estrella, Talavante pasó como una sombra y sembró muy serias dudas sobre su solidez profesional. Prematuramente aupado a la cumbre, preso de su propia indefinición torera (que gravita entre un toreo líquido y espatarrado y la peor versión del tomasismo), a Talavante le pesó Sevilla como una losa en las dos tardes que toreó sin lograr acoplarse a ningún toro. Le esperaremos.

Tampoco convenció Castella, valiente pero incapaz de conectar con los tendidos a pesar del serio arrimón con el que concluyó su feria. Con maneritas de artista, Curro Díaz también mostró sus grandes lagunas profesionales y su escasa capacidad con el único toro con posibilidades del segundo y polémico encierro de Juan Pedro Domecq. Atrapado en la encerrona que a la postre supuso la corrida de Parladé, Salvador Cortés no pudo reeditar ese triunfo que necesita como agua de mayo.

Además, su segunda oportunidad en el ciclo quedó abortada por la triste suspensión que dejó sin toros el Jueves de Feria. Abriendo la tarde de los parladés, con el lote de mayores posibilidades, Finito volvió a usar su alambicada técnica para no arriesgar ni un alamar. Y Enrique Ponce no pudo brillar ante los zalduendos y mucho menos con los febles juampedros a los que toreó de salón.

También decepcionó el salmantino López Chaves, sombra de sí mismo, e incapaz de dar pie con bola ante el también infumable encierro de Cebada Gago. Ante esos mismos toros se volvía a estrellar ese buen torero que es el utrerano Luis Vilches y el debutante César Girón daba los mejores muletazos al menos malo del encierro sin ser capaz de redondear. Bolívar, sin triunfar, mostraba su recuperación ante los palhas. Y Fernando Cruz, ese madrileño valiente y sin suerte, no pudo hacer nada con sus parados cuadris. En esa tarde sorprendió la solvencia del debutante Sánchez Vara.

naufragios. ¿Por qué la empresa anunció a Javier Conde -que desperdició el mejor lote del encierro de Torrealta- si su incapacidad ya cantaba en los carteles? ¿Qué pintaba el joven Capea en la Feria por tercera vez? Sus actuaciones en Sevilla se cuentan por fracasos y para colmo, se le fue el mejor toro de Valdefresno y terminó de naufragar con el manso y muy posible sexto.¿El año que viene otra?

Tampoco debió estar anunciado Iván García -convaleciente de un brutal percance sufrido meses atrás- en la Maestranza, donde ya había pasado con más pena que gloria el pasado año. Con sólo tres corridas en 2007, la actuación de Jesuli de Torrecera tampoco tenía pies ni cabeza. Para colmo, tuvo enfrente un fiero, bravo y exigente palha que lo dejó en evidencia.

No se sostenía demasiado la comparecencia de El Cordobés, rey de Taifas en su circuito de los pueblos, que con un buen torrestrella mostró a las claras que su guerra no puede pasar ya por las grandes plazas. Con los mismos toros, un ausente y precavido Rivera Ordóñez dejo claro que ya no está para ninguna batalla.

En la novillada que abrió el ciclo continuado, sorprendieron las posibilidades de Juan Luis Rodríguez y Oliva Soto, a las puertas de la alternativa, volvió a mostrar su diapasón artístico. En el apartado de rejoneadores, Diego Ventura se alzó como triunfador indiscutible y fue el único actuante que abrió la Puerta del Príncipe.

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