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"Alí el Químico", símbolo de la brutalidad del régimen de Sadam Husein, ejecutado en la horca

el 25 ene 2010 / 17:03 h.

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Con la ejecución hoy en Irak de Alí Hasan al Mayid, conocido como "Alí el Químico", desaparece una de las figuras más simbólicas de la brutalidad del régimen del difunto dictador iraquí Sadam Husein.

El primo de Sadam y uno de sus principales hombres de confianza fue ahorcado tras haber acumulado cuatro sentencias de muerte, la última por haber ordenado en 1988 un ataque con gas venenoso contra la localidad kurda de Al Halabja, donde murieron unas 5.000 personas.

Previamente, fue condenado por dirigir el asesinato de decenas de chiíes en febrero del 1999, por el genocidio de kurdos en Anfal en 1988, y por la represión de la rebelión chií en el sur de Irak en 1991.

Nacido en 1941 en Tikrit (Irak), la misma ciudad que vio nacer al dictador, "Alí el Químico" estaba considerado el más brutal representante del régimen de Sadam, con el que guardaba un gran parecido físico y a cuya sombra creció políticamente.

Su destino final, la horca, fue el mismo que el de su primo, ejecutado de la misma manera el 30 de diciembre de 2006.

La pertenencia del Al Mayid al clan familiar de quien rigió los destinos del país durante más de 24 años le valió pronto el cargo de ministro de Defensa, así como su inclusión en el Consejo del Mando Revolucionario, la instancia suprema de poder del antiguo régimen.

Al frente del Ejército se encontraba cuando, en 1988, no dudó en utilizar gas venenoso para reprimir la sublevación autonomista del Kurdistán iraquí, saldada con la matanza de 180.000 kurdos.

La feroz represión, que sólo en la ciudad de Halabja se cobró en un día más de 5.000 víctimas, le valió entonces el sobrenombre de "Alí el Químico", apodo con el que se le identificaba y que recordaba la mayor atrocidad que cometió mientras ejerció el poder.

En 1990, Irak ocupó Kuwait y Sadam premió a Al Mayid su fidelidad al régimen nombrándole gobernador de Kuwait. Su Gobierno al frente de la que fue denominada "decimonovena provincia de Irak" fue, sin embargo, efímero.

En febrero de 1991, una coalición internacional liberó Kuwait y Al Mayid fue nombrado ministro del Interior.

Como tal jugó un papel fundamental en la sangrienta represión que siguió a la rebelión protagonizada por los musulmanes chiíes en 1991, algo que no hizo más que incrementar la leyenda de hombre sin piedad que le precedía.

La misma actitud quedó patente cuando en 1996 no tuvo reparo en acabar con la vida de sus dos sobrinos, casados con dos hijas de Sadam y que habían desertado del país el año anterior.

Hacia 1997, le fue encomendada la dirección de los temidos servicios secretos iraquíes y del partido gubernamental Baaz, donde simbolizó como nadie la represión del régimen, acallando cualquier vestigio de revuelta.

En los meses previos a la invasión estadounidense que, en abril de 2003, despojó del poder a Sadam, dirigió las operaciones del Ejército en el sur del país y efectuó una gira por varias capitales árabes en busca de apoyo.

Grupos defensores de los derechos humanos pidieron entonces que fuera detenido por crímenes de guerra, pero su rastro se perdió al comenzar la contienda.

Medios de comunicación llegaron a afirmar posteriormente que había muerto en un bombardeo de la coalición internacional en la ciudad meridional de Basora.

Pero todas las dudas quedaron resueltas tras su detención el 23 de agosto de 2003 por las fuerzas de EEUU desplegadas en Irak.

Al Mayid ocupaba entonces el puesto número cinco de la lista de los 55 iraquíes más buscados por Estados Unidos y era el "rey de Picas" en la baraja publicada por el Pentágono en la que figuraban los principales colaboradores del régimen de Sadam.

Expertos internacionales afirmaron entonces que su captura supuso la pérdida de los últimos soportes principales con que aún contaba Husein en la clandestinidad.

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