Cultura

Almas de diversión masiva

Los del Río celebran sus 50 años sobre los escenarios rodeados de amigos y arropados por un público entusiasta que abarrotó el auditorio Fibes y aplaudió todos sus éxitos.

el 04 oct 2014 / 00:51 h.

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Los del Río, durante su actuación de anoche en el auditorio Fibes. / Pepo Herrera Los del Río, durante su actuación de anoche en el auditorio Fibes. / Pepo Herrera Lo de Los del Río es digno de estudio científico. Pero de la NASA para arriba. De Dos Hermanas a la estratosfera, adonde solo llegan unos pocos y con escafandra de cosmonauta. Allí viven instalados ellos, Antonio y Rafael, que celebraron anoche en Fibes la mareante cifra de 50 años sobre los escenarios, más de la mitad de ellos en el estrellato. Y ahí siguen, con el cabello algo más nevado pero sin despeinarse, como si las mareantes cifras de ventas y las giras por todo el mundo no hubieran sido sino una anécdota, un simpático accidente en la vida de dos señores del pueblo llano. No sorprende que se llenara Fibes –¡incluso con una representación de los fans chinos ocupando toda la primera fila!– para arropar a estos corredores de fondo en este singular aniversario, en el que los cantantes nazarenos se arroparon de un buen montón de amigos ilustres para hacer las delicias de sus incondicionales. Hubo ronda de sevillanas con Cantores de Híspalis, Los Marismeños y el Mani, algo así como la NBA del género, antes de acometer ese archibailado himno rociero que es Mi abuela. Hubo tiempo de invitar a una joven promesa como Laura Gallego para interpretar una canción «para nuestra hermana Rocío Jurado», y también para saludar a Curro Romero, presente en el patio de butacas: «Tú serás siempre grande, toda la vida». Momentos para recordar los años de actuaciones en tablaos como Torres Bermejas o Los Canasteros, compartiendo tablas con Caracol, La Paquera, Terremoto, Bambino... Y acordándose de don Enrique Montoya para cantar una rumba con su hijo. «Un secreto: Antonio y Rafael no son hermanos, aunque se lleven como tales», bromeó Enrique, y siguieron los ritmos latinos con un popurrí que empezó con el popular Caballo viejo y siguió con Me va me va, el Bamboleo y otros añejos hits. Ya había espectadores que no podían quedarse sentados ni un minuto cuando se acordaron del puesto de Paco con Caramelos, pipas y avellanas, que hicieron con El Arrebato. Y la gente empezó a pensar que no, que de la NASA nada, lo de este dúo es para filosofar, con Heráclito, cuántas veces pudo uno bañarse en el río ese del éxito, y cuánto puede hacerse sin perder la cabeza ni el buen humor. «Viene una chavala monísima, te dice que volvemos loca a su abuela, y te recuerda que ya llevamos el tiempo en esto», bromeó Rafael. «50 años más el IVA», apostilló Antonio. Salió Alejandro Vega a pedir Que no se rompa la noche, se recordó a Camilo Sesto en Morir de amor con India Martínez, repitiendo aquello de «ya no puedo más, ya no puedo más...». Pero se podía. Por ejemplo, aquella canción, Dejándonos la piel, que Perales escribió «para las dos más grandes», Rocío y Lola; o invitando a José Manuel Soto, amigo de toda la vida, no para dejarse la piel, sino para Déjate querer; incluso se regalaron un respiro para dejar que sus coristas demostraran su poderío con versiones de Besos de caramelo, Hoy voy a verte de nuevo, y el I will survive de Gloria Gaynor en español. La temperatura en Fibes no paraba de subir tras más de hora y media de recital, pero todavía quedaba artillería. Sobre todo el arma de diversión masiva fabricada en 1993 –¡aaaah!– y bautizada como Macarena. Hasta los chinos subieron al escenario a hacer la coreografía. O Sevilla tiene un color especial, probablemente la canción que más ha paseado por el globo el nombre de la capital hispalense. Llevan tanto tiempo juntos que suenan como una sola voz. llevan tanto tiempo pisando escenarios que casi no conocen otro suelo. Tal vez pedirle otros 50 años sea demasiado, pero las facultades desplegadas en Fibes no dejan lugar a dudas: hay Los del Río para rato.

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