Los casquillos de las salvas formaban montañas bajo las escalinatas de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Almonte cuando la Virgen del Rocío entraba, cerca del mediodía de ayer, de nuevo en el templo. Casa por casa, la Blanca Paloma tuvo un momento para cada uno de sus vecinos. Llevaba seis años sin pisar las calles de Almonte y respondió con creces a los anhelos de los almonteños, que la recibieron con cantes, petaladas y sus calles y casas engalanadas para la ocasión. También los rocieros que decidieron acompañarla en su camino nocturno superaron todas las expectativas. Según las primeras estimaciones que maneja la hermandad Matriz más de 1.200.000 personas participaron en este traslado, el más multitudinario de los que se recuerdan.
Felices por tener a su patrona en el pueblo, los almonteños no paraban de comentar la cantidad de peregrinos que este año acompañaban a la Virgen. "Había gente por los dos caminos y por la carretera. ¡Impresionante!", apuntaba Carmen Rocío de la Vega, camarista de la Blanca Paloma. Su madre, Carmen Morales, la corroboraba afirmando con la cabeza. Esta impresión compartida se oficializaba horas después cuando la hermandad Matriz, a través de twitter, destacaba que las cifras se habían "disparado" y superado en mucho las estimaciones iniciales, que se movían entre las 700.000 y 900.000 personas.
Sea por la celebración del Año Jubilar Mariano de la Virgen del Rocío -que se inició el pasado 15 de agosto en la ermita y se prolongará hasta el 8 de septiembre de 2013 allí donde se encuentre la Virgen-, la fecha estival o la crisis, tanto para presentarle sus peticiones -no en vano la Matriz aplicaba este traslado "por las familias que pasan dificultades económicas"-, o porque permitía hacer algo extraordinario en un verano en el que no se pueden hacer gastos, el caso es que miles de personas, de todas las edades y procedencias, se adentraron en el Camino de los Llanos y avanzaron durante toda la madrugada de ayer junto a la Blanca Paloma, envuelta en su guardapolvo, y aguardaron hasta ver de nuevo su rostro iluminado por el sol en el Chaparral, a las 7.22 horas. Después fue el tiempo de la Virgen y su pueblo.
ALMONTE. Terminada la romería de Pentecostés, los almonteños empezaron a engalanar sus calles. Flores blancas de papel -como blanca era la marca en cada pino del camino para que los peregrinos no perdieran la ruta- indicaban la senda que la Virgen debía seguir y las calles perpendiculares. Grandes arcos y sobre todo una impresionante catedral de papel, vidrieras y tallas, que ocupaba toda la plaza de la Virgen del Rocío, donde se encuentran la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y el Ayuntamiento. Colgaduras, cuadros con la imagen de la Blanca Paloma, tanto con sus galas de Reina como de Pastora, y ramas de palmera decoraban las fachadas antes las que se detuvo la Virgen y desde las que le regalaron petaladas, desde la calle Camino de los Llanos -prolongación del propio camino y de la calle del mismo nombre de la aldea, por donde sale la Virgen-, hasta la fachada de la Casa Consistorial. Y cantes, desde los balcones o a pie de calle, como en la Avenida de la Virgen, donde no paró de cantar el coro de la hermandad Matriz desde el momento en que se divisaba a la Blanca Paloma por la plaza de Andalucía.
En los balcones y las puertas de las casas, las mujeres vitoreaban y cantaban a su Patrona, mientras los hombres del pueblo la portaban en unos turnos perfectamente establecidos y en los que se percibía más tranquilidad que el Lunes de Pentecostés. Un duro trabajo de "día y medio", comentaba uno de ellos cuando la Virgen se daba la vuelta más llamativa -recorrió en sentido contrario la Avenida de la Virgen cuando ya había alcanzado la plaza-, que evitó los tumbos y vaivenes a los que están habituados los rocieros. "Perfectamente derecha, a buen ritmo, muy rapidita", apuntaba Susana Rojas, fiscal de la junta de gobierno de la Matriz, mientras tocaba la paloma de plata que portaba una de las abuelas de Almonte.
Antonia Pérez Galán, que con 56 años tiene 11 nietos -así que "soy abuela"-, y sus hijas, llevó durante todo el camino los crucifijos, palmatorias y jarras de la mesa del altar de la Virgen. Lleva ya 21 un años haciéndolo. "No nos eligen, es una tradición que pasa de generación en generación. Es la ilusión más grande de mi vida y, mientras las piernas me lo permitan, voy a ir y venir con Ella". Su madre ya hacía los traslados cargando con estas piezas y ahora lo hace Antonia con su familia. Como ocurre con todos los enseres -el equipaje- de la Blanca Paloma y que los peregrinos se apresuran a tocar. Así, las coronas de la Virgen y el Niño y las ráfagas, ya fueran las de puntas o las redondas, son las más demandadas.
Arrancaba así un intenso año para el pueblo de Almonte. A la presencia diaria de la Virgen en la parroquia, a la que acompañan continuamente en turnos establecidos, se suma la salida de Reina el primer domingo de mayo de 2013 -el día 5-, la ida el siguiente -el 12- para estar en la aldea para la romería y, sobre todo, un intenso Año Jubilar en el que se espera la visita de diez millones de peregrinos en busca de la indulgencia plenaria.