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Altadis: un mal menor

El Pleno respalda el preacuerdo con la multinacional sólo con los votos del PP. Vílchez defiende que es mejor que lo que hay ahora y que Sevilla gana 25.000 metros cuadrados sin pagar nada.

el 25 abr 2014 / 22:07 h.

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El PP aprobó ayer con su mayoría en el Pleno y el rechazo de PSOEe IU, el proyecto de convenio firmado entre el alcalde, Juan Ignacio Zoido (PP), y Altadis para que la antigua fábrica en Los Remedios se convierta en un centro comercial y equipamientos públicos. Ahora, pues, el Gobierno de Zoido podrá tramitar con la Junta (que tiene la última palabra) la recalificación del terreno, que tiene que pasar de industrial a terciario. Durante el debate, el delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, dio a entender que el acuerdo con la multinacional es lo menos malo. Que es mejor que seguir con el edificio criando jaramagos. El delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, se coloca bien las gafas durante un pleno del Ayuntamiento. / Foto: J.M. Paisano El delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, se coloca bien las gafas durante un pleno del Ayuntamiento. / Foto: J.M. Paisano «Nos critican por premiar a una empresa que se fue, ¿y qué hacemos? Málaga, La Coruña, Valencia y Tarragona llegaron a un acuerdo. Se fueron esos empleos y por eso buscamos empleos sustitutivos», defendió Vílchez. «Que esto es malo. Malo es lo que hay ahora», sentenció el delegado tras recordar que el Ayuntamiento gana «sin pagar nada» 25.000 metros cuadrados, frente a los 31.000 que venderá Altadis al mejor postor para la instalación de un centro comercial. Eso sí, subrayó que lograron que en la antigua fábrica no se construyan viviendas. «Le falta visión y le sobran ganas de vender proyectos antes de las elecciones y las prisas son malas. Plantee algo más ambicioso. Dígales que nos quedamos con su parte y ellos con los edificios que no se derriban y planteamos otra cosa que no sea un centro comercial», propuso el portavoz del PSOE, Juan Espadas. «No es el mejor proyecto para Sevilla», dijo avisando de que el reparto implica la posibilidad de construir «al menos una torre sobre una zona verde municipal». Por su parte, el portavoz de IU, José Manuel García, pidió al Gobierno del PP que no tire la toalla, aunque «traer empresas de innovación es más difícil que traer un bar o un centro comercial». García avisó del «pelotazo urbanístico» en favor de Altadis y recordó la traumática deslocalización de la multinacional. «No ha venido a Sevilla nadie para un proyecto de servicios terciarios avanzados. ¿Qué quieren que hagamos?», respondió retóricamente el delegado de Urbanismo. Yde proyecto a proyecto El pleno también dio cuenta ayer de la petición del Puerto para cambiar su plan especial de ordenación y levantar el Sevilla Park, un recinto en la franja de suelo entre la carretera de la Esclusa y el puente de las Delicias con el auditorio multiusos más grande de Europa, zona de ocio y comercial. Se prevé una inversión privada de 180 millones de euros, impulsada por los socios del Palacio de Congresos de Madrid, Octagon, Live Nation, RLM y Last Tour. García (IU) mostró sus «dudas» sobre la viabilidad del proyecto dados los grandes espacios comerciantes y auditorios que ya funcionan en Sevilla, mientras que Espadas (PSOE) considerado que el proyecto no competiría con Fibes ni con el estadio de la Cartuja, ambos de gestión pública, porque aspira a «otro tipo de eventos de otro volumen». Dada la tramitación que requiere, el Sevilla Park, con el respaldo municipal, tendrá que volver varias veces más al Pleno. También pasó ayer por el Pleno la documentación complementaria que el Ayuntamiento envió a la Junta para el cambio del Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) que permitirá la recalificación de la Gavidia y la construcción de parking en el Centro. PSOE e IUvotaron en contra, mientras que el PP defendió estos proyectos que requieren el visto bueno de la Junta. Según Espadas, si el PP quiere modificar el PGOU estarían «dispuestos a una revisión, pero con la legalidad y no a martillazos», mientras que García avisó de que estas operaciones implican un retorno a «a un modelo de ciudad ya superado» con un impacto pernicioso en el tráfico. Para Vílchez, el Plan General no puede ser «la Biblia».

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