Cofradías

Alternativa en Gracia y Amparo

La imagen de la Virgen lucía un pecherín que evocaba a siglos pasados.

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el 30 mar 2010 / 16:49 h.

Sobre las tres de la tarde, la cara de Rafael Díaz Algaba,‘Falito Palacios, reflejaba los nervios de quien se enfrenta a un reto y a una ilusión mientras esperaba a la salida de la cofradía en el bar Guadiana, auténtico cuartel general a la vieja usanza de las cuadrillas de costaleros de los Javieres. A Falito, que a sus 18 años muere con la Virgen de Gracia y Amparo, le ha llegado el momento de tomar el relevo de su abuelo (el simpar Rafael Díaz Palacios, retirado de los martillos en 2009) y ser el encargado de poner en la calle al coqueto palio de los Javieres.

Pero eso sería la culminación de la salida de la cofradía. Antes, a las 16.08 horas y con 17 minutos de adelanto sobre el horario establecido, salía por las puertas de Omnium Sanctorum la arbórea Cruz de Guía que constituye todo un ejemplo de la humildad y austeridad de la propia corporación. Una forma de ser muy distinta a sus vecinas de calle -la Amargura, el Carmen Doloroso, Monte-Sión y, por qué no, la Macarena- pero que ha calado hondo en el vecindario de la bulliciosa y luminosa calle Feria.

A las filas de nazarenos negros, en un número que hace muy cómoda la visión de la cofradía desde principio a fin, le sigue el dorado paso del Santísimo Cristo de las Almas. A su salida, mandada por Rafael Díaz Talaverón, padre de nuestro primer protagonista, hubo un pequeño incidente con la cruz que fue solventado sin más dilación. Un error de cálculo, ya que la parte superior del madero no pasaba por la primera de las puertas que habría de salvar. Solucionado el problema, el crucificado de José Pires Azcárraga se perdía ya por Feria con el impresionante y cadencioso andar que le imprimía su cuadrilla de costaleros.

El regreso de las filas de nazarenos se vio interrumpida con una nube de monaguillos que, acompañados de padres y abuelos, aportaron la nota simpática a la ordenada salida. Ante ellos, una representación de la Resurección y otra de los bomberos de Sevilla con cuatro varas y su guión aportaban más color al cortejo.

LA HORA DE LA VERDAD. Por último, era el momento de consumar la alternativa. Con la presencia de su abuelo y su padre, Falito arrimó el paso de palio todo lo posible a la ojival puerta y mandó "los dos costeros por parejo a tierra" hasta que los hombres que estaban a su cargo posaron sus rodillas en el suelo. Apenas un par de minutos después, Sevilla, los Javieres y la familia Palacios había ganado un capataz que, a buen seguro, dará mucho que hablar en los próximos años.

La Virgen de Gracia y Amparo ya estaba en la calle y los sones de la Banda Julián Cerdán de Sanlúcar de Barrameda, magnífica formación musical que aporta esta hermandad a la Semana Santa de Sevilla, acompasaban su andar. El atavío de la imagen, compuesto por un pecherín donado por el bordador Paleteiro, evocaba a siglos pasados.


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