Las estadísticas indicando que crecemos a la europea y engordamos a la americana retratan qué es nuestra sociedad: un colectivo de crecimiento muy rápido que, por otra parte, no controla sus impulsos. Leía yo esos datos sobre la altura y anchura de nuestra población mientras desayunaba en las inmediaciones de uno de los modernos centros comerciales que salpican profusamente el mapa de la Gran Sevilla y, al terminar, entré en él: en sus tres plantas se abrían alrededor de una decena de bares y restaurantes y otros tantos (o más) establecimientos de ropa o zapaterías. El resto lo formaban -cines aparte- tiendas de complementos, peluquerías? Ninguna librería, papelería o, siquiera, un puesto de prensa.
El centro era una copia del otro retrato y evidenciaba que un proceso económico tan acelerado ha concentrado la demanda en productos a los que hace tan sólo una generación y media la mayor parte de nosotros no tenía acceso, sin que aún hayamos descubierto otras necesidades básicas. La población sobre la que el establecimiento ejerce su influencia es de cerca de 50.000 personas que acuden allí rotativamente y, evidentemente, no para buscar libros o revistas. Mientras, los partidos con posibilidad de gobernar prometen, día a día, rebajar impuestos o devolver retenciones pero, si algo no lo remedia, ese dinero sólo servirá para alargar -y ensanchar- nuestros cuerpos.
Antonio Zoido es escritor e historiador
