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Alucinaciones, avaricias y alabanzas

No es una alucinación. Sesudas, audaces, sagaces, expertas fuentes de información y opinión, nos ocupan estos días con palabras como crac, terremotos financieros, pánicos, crisis. Con impactantes portadas de periódicos, dominadas por sentencias repletas de amenazas e incertidumbres.

el 15 sep 2009 / 16:04 h.

No es una alucinación. Sesudas, audaces, sagaces, expertas fuentes de información y opinión, nos ocupan estos días con palabras como crac, terremotos financieros, pánicos, crisis. Con impactantes portadas de periódicos, dominadas por sentencias repletas de amenazas e incertidumbres. Con opiniones para todos los gustos. Unos hablan del fin del paradigma de la economía de mercado, con unos pocos rescatando del baúl de los recuerdos al viejo Marx. Otros, viendo oscuras amenazas izquierdistas contra el libre mercado. Presidentes de gobierno, ministros, parlamentarios, dirigentes internacionales, en notorio contraste con silencios anteriores, ahora despliegan toda una teoría de la avaricia en los mercados. En Alemania han recuperado, con regocijo, la vieja confrontación entre el capitalismo anglosajón y el capitalismo renano. Sarkozy, en su reciente discurso en Toulon, ha teorizado sobre la necesidad de "moralizar el capitalismo".

También se buscan culpables. Esos avariciosos banqueros a los que quemar en la plaza pública. A esos lujuriosos inversores, poseídos por el pecado legal de la especulación a corto plazo. Con ciudadanos y periodistas convertidos en implacables fiscales. En muchos casos, los mismos que especulaban en el mercado inmobiliario. Que adquirían hipotecas con más confianza en la burbuja, que en su propia capacidad de pago. Esos que admiraban, como modelo de virtud social, las poses de superioridad que se desparramaban por las páginas de papel couché. El Financial Times, advirtiendo una intangible amenaza, ha publicado "una alabanza del libre mercado". La revista Time, al contrario, se ha preguntado por el precio de la avaricia. Hasta un obispo anglicano se ha visto enmarañado en una ilustrativa polémica. Tras criticar el modelo capitalista americano, se han revelado sus operaciones especulativas a corto plazo en un hedge fund de alto riesgo.

Algunos han aprovechado el tenso ambiente, para colar un repugnante contrabando ideológico. Ese que asocia Wall Street con socialismo, con intervencionismo. Esos que mezclan, malévolamente, desesperados e imprescindibles planes de rescate económico, con el triunfo bolchevique del final de la economía de mercado. Juegos de asociaciones mentales con trampa. Seamos sinceros, nunca ha estado más lejos el final de la economía de mercado. Es falaz mezclar razonables reivindicaciones de transparencia, supervisión y sensibilidad social, con inexistentes amenazas de una ofensiva ideológica de un resucitado comunismo económico. Posiblemente estemos ante la decadencia del siglo XX americano. Sin comprender aún las tendencias y efectos de la economía global. Pero es peligrosa esta excesiva carga emocional e ideológica. Esta innecesaria tensión, asomada gratuitamente al abismo que pone en cuestión nuestro modelo de vida.

Más que alucinaciones y alabanzas, que sobran por innecesarias, hacen falta más política, memoria e ideas. Por encima de todo, de forma inmediata, dosis masivas de sensatez, cordura y prudencia.

Abogado

opinion@correoandalucia.es

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