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Amanecer en Berlín

Tres redactores de El Correo vivieron hace 20 años la caída del Muro.

el 14 nov 2009 / 22:12 h.

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Francisco Gil Chaparro, en Berlín

Noviembre de 1989, Europa del Este está en plena transformación política. Los teletipos no dejan de lanzar papel con noticias sobre esta revolución y El Correo de Andalucía no era ajeno a este momento histórico. Tres de sus redactores, Enrique Cervera, por entonces jefe de la sección de Poleco -Política y Economía-, ex portavoz del Gobierno de la Junta de Andalucía y actual director de Comunicación del vicepresidente Manuel Chaves; Francisco Gil Chaparro, ex jefe de Sociedad y ahora jefe de prensa del delegado del Gobierno en Andalucía; y Santiago Roldán, ex redactor de Poleco y en estos momentos editor de programas de Canal Sur TV, seguían debatiendo sobre su situación política cuando salían de trabajar del periódico, era su principal tema de conversación, hasta que el 9 de noviembre cayó el Muro de Berlín y entonces pasaron a la acción. Una noche, en el restaurante Amanecer, decidieron que ellos tenían que estar en Berlín para luego contar de primera mano a los lectores de El Correo de Andalucía lo que estaba sucediendo. Dicho y hecho.

El viaje lo organizaron en unos pocos días. Fueron de Sevilla a Madrid en coche y luego en una compañía ya desaparecida, Pan Am, volaron a Fráncfort y de ahí a Berlín, aterrizaron en el antiguo aeropuerto de Tempelhof. Nada más llegar buscaron un hotel, dejaron rápidamente las maletas en la habitación, se olvidaron del cansancio de tantas horas de viaje y tomaron un taxi para ver el Muro. El taxista les dejó en una gran avenida y cuando iban caminando por ella, según recuerda Francisco Gil Chaparro, comenzaron a escuchar algo parecido a un "tintineo" que no sabían a ciencia cierta qué era, continuaron calle abajo, siguiendo el ruido, hasta toparse con la Puerta de Brandenburgo y con el Muro. Su sorpresa, comenta, fue que el sonido lo producían las personas que estaban intentando "derribar" el Muro.

Para ellos la experiencia fue inolvidable, se sentían un poco partícipes de cómo cambió la historia. Santiago Roldán relata que el viaje además de permitirle poder estar en el lugar de la noticia, también le supuso volar por primera vez y conocer la nieve, "nunca había visto nevar, Paco me levantó de la cama para que viera la intensa nevada que estaba cayendo". Y añade que a pesar del intenso frío, el Muro estaba lleno de personas como ellos, que con un martillo y un cincel que habían comprado en una ferretería de Berlín Occidental intentaban llevarse un recuerdo. Roldán admite que con sus herramientas poco podían hacer y que la mayor parte de los trozos de Muro que están repartidos por todo el mundo fueron comprados a los berlineses que los vendían en mantas.

Cervera añade que regresaron cargados como mulos. "El 90% de los trozos de Muro que hay en Sevilla los trajimos nosotros, los repartimos entre políticos, jueces, policías, periodista, entre todas nuestras amistades. Incluso tuvimos problemas en la aduana". Pero los tres, reunidos después de mucho tiempo para rememorar la experiencia, aclaran que los trozos de Muro con pintadas, los de recuerdo, son de Berlín Occidental, "el Muro del Este era gris e inaccesible".

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