Cultura

An ca'Paula: ¡Ay, Caneco de mi alma!

el 09 oct 2010 / 20:21 h.

El espectáculo ‘An ca’Paula’ cerró el viernes la programación de la Bienal en el Central.
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Flamenco y de Lebrija. Transmisión, sentimiento y tradición, en su más rica esencia. Manuel de Paula nos llevó a su casa, a su fiesta, con su gente, porque An ca'Paula tiene una historia que contar -la del cante y el baile de los gitanos de Lebrija- de principio a fin.

A modo de introducción, la voz de Manuel de Paula recita versos de Rodríguez Ojeda mientras en la proyección que sirve de decorado van surgiendo las pinceladas libres de Patricio Hidalgo construyendo una metáfora flamenca que nos sitúa en la contemporaneidad de su pintura.

Una pared encalada queda proyectada en el fondo del escenario para situarnos en el lugar que identifica la intimidad del clan. Ante ella, la familia que se reúne para el cante. Sillas de enea y una mesa de madera ocupan la derecha del escenario. Los mayores sentados, los jóvenes detrás. Tres generaciones que conviven en un mismo espacio donde se enseña y se aprende el flamenco. Donde se vive, en definitiva.

Con un corrido gitano y romance, Manuel de Paula nos abre las puertas para transportarnos a los inicios, a la historia contada con el lenguaje de la poesía popular, a los momentos en los que se comparte la existencia. Las guitarras de Paco Cortés y José Luis Medina, brillantes durante todo el repertorio, rasguean la entrada al cante por alegrías que emergen de la fuerza vocal de José Valencia para que Manuela Ríos se contonee con su genioso baile, esa otra manera tan gitana de entender las cantiñas. El viaje continúa con los tientos tangos que Manuel de Paula saborea en las sentencias contenidas en el ritmo antes de que los tangos se abran a un canto coral para revivir a quien sin saberlo sería un maestro para la posteridad cantaora. Ay, Caneco de mi alma / salga usté a bailar. Y Caneco se perfila en una proyección sobre el blanco de la cal bailando esos tangos con sabor a tierra y a campiña.

Los ecos van surgiendo con la fuerza de los más jóvenes que compiten con el saber decir atesorado y profundo. Y Anabel Segura se retuerce en los tercios por bulerías hasta hacer que el público se remueva en sus asientos con unos cuplés de quitar el sentío. Recoge el testigo Manuel de Paula por soleá en las que convoca el recuerdo del Chache Bastián y Juaniquí, para seguir ahondando en la profundidad del sentimiento con las seguiriyas perfumadas con romero, a las que contesta José Valencia arrojando el cante desde los adentros, para que Ramón Martínez las cuadre al compás.

El rito no cesa y la alboreá, desde su intimidad, nos conduce hasta la fiesta por bulerías. Baile y cante con los que celebrar, con la participación de El Pati que trae aires de Triana. De remate el cante de caravana que rememora el ir y venir de este pueblo nómada que un día decidió dejar de vagar. El telón se cierra y abre de nuevo para dejarnos en la retina el dulce color de una foto de familia. ¡Una noche de disfrute para los sentidos!

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