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Analfabetismo: de la cartilla del 'abc' al tutorial 2.0

En el Día Internacional de la Alfabetización, los profesionales alertan de que aún hay 30.000 sevillanos que no saben leer y muchos más que no entienden lo que leen mientras la era digital crea otro tipo de analfabeto.

el 08 sep 2014 / 12:00 h.

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600_Foto Samsung-galaxy-tab-hand_2La definición académica de analfabeto es la persona que no sabe leer y escribir, una situación que en contra de lo que se puede pensar, no está totalmente erradicada en nuestra sociedad en pleno siglo XXI. Según las estadísticas oficiales de la EPA, en Sevilla más de 30.000 personas encajarían en la definición literal de analfabeto puro, pero quienes trabajan desde hace años en la educación de adultos dejan claro que hay quienes, aún conociendo las letras, no sabe+n leer fluido o no comprenden lo que leen. Es lo que denominan analfabetos funcionales y si entre los primeros predominan las personas mayores de 65 años, en este segundo grupo la media de edad baja y no son pocos los jóvenes que, al albur del abandono escolar temprano y el fracaso escolar, se encuentran en esta situación. El nivel de comprensión lectora (no solo de textos literarios o periodísticos sino de documentos cotidianos como las facturas de la luz) es uno de los principales indicadores que miden estudios del rendimiento académico tanto internacionales, como el archiconocido PISA, como nacionales y autonómicos, como la prueba Escala que empezó a practicar hace unos años la Junta a los niños de segundo de Primaria para tratar de atajar desde la raíz el fracaso escolar y dejar de estar a la cola de Europa en educación. Pero en la era 2.0, cuando no saber usar un ordenador es para actos cotidianos como sacar dinero en el cajero tan problemático como tener que firmar con una X un recibo por no saber escribir, existe también el llamado analfabetismo digital, en el que la brecha generacional es importante pero sobre todo las condiciones socieconómicas, de ahí que tras la universalización de la escolarización se apueste por hacer lo propio con el acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

De los dos primeros grupos de analfabetos se ocupan, sobre todo, los centros de educación permanente de adultos. En Sevilla hay 165 y el último a curso 2.118 alumnos acudieron para aprender a leer y escribir, aunque además de los asistentes a los cursos de alfabetización, otros 3.006 adultos sin estudios siguieron enseñanzas iniciales básicas, 7.778 adultos cursaron Secundaria y 9.924 se prepararon el examen para sacarse el graduado escolar. Uno de esos centros es el del Polígono Sur. Y no es un centro cualquiera ya que hoy mismo, Día Internacional de la Alfabetización, la Unesco entrega a sus profesionales el Premio Confucio, dotado con 20.000 euros, que reconoce la labor que lleva haciendo desde hace 33 años en este ámbito y que también fue recientemente reconocido por el Ministerio de Educación con el Premio Miguel Hernández.

La directora del centro, Ana García, será la encargada de recoger el galardón en Bangladesh en representación de un equipo de 12 comprometidos y experimentados profesores como Luisa Vera, que lleva 25 años dedicada a la educación de adultos, nueve de ellos en el Polígono Sur. A la pregunta de si hoy día se puede considerar el analfabetismo casi erradicado su respuesta es tajante:«En absoluto». Y muestra su «alarmismo» por la cantidad de «jóvenes que conocen las letras pero no entienden lo que leen».

Un centro de educación de adultos. Un centro de educación de adultos.

De ahí que la media de edad de los cursos de alfabetización no sea tan elevada como se pueda pensar. Hay «mujeres mayores que se acercan para coger cultura, mientras que los hombres vienen más para sacarse el carnet de conducir», pero también muchas personas de 40 o 50 años, e incluso más jóvenes, que no terminaron los estudios y apenas saben desenvolverse. «Este año tenemos tres cursos solo de alfabetización y el otro día vino una chica a matricularse que tiene 30 años pero desde pequeña ha estado cuidando a sus hermanos y apenas ha ido a la escuela y si aprendió algo se le ha olvidado».

Luisa tiene claro que enseñar a leer y escribir a un adulto es completamente distinto a hacerlo con un niño. «A los niños se les enseña por el método silábico clásico de la m con la a se lee ma, con los adultos partimos de una palabra de su entorno, por ejemplo piso o moto, y a partir de ahí aprenden las letras, las sílabas y empiezan a construir oraciones con esa palabra», explica. En este centro se basan en la filosofía del pedagogo brasileño Paulo Freire –que se dedicó a la enseñanza de los oprimidos como vía de liberación–. Luisa subraya que a los adultos no solo hay que enseñarles a leer las letras y sílabas sino «interpretar un cartel en una estación, escribir una carta, es una formación integral» en la que se busca que «poco a poco piense, escriba frases, lea, pero no se copia tanto y en vez de dictados trabajamos la creación con redacciones».

Esta profesora reconoce que el aprendizaje adulto es «un proceso lento y ellos mismos se cansan y se frustran». De ahí que una parte importante de su labor trabaje la afectividad y la unión del grupo, el sentimiento de compañeros, para evitar el abandono. Una vez que saben leer las letras y palabras, hay que trabajar la comprensión lectora y el método de Luisa es el de «tertulias dialógicas», donde se comentan las lecturas que hacen.

Si los centros de adultos se dedican a la alfabetización tradicional, en Andalucía hace una década se puso en marcha el proyecto Guadalinfo, una red de centros de acceso público a internet para llevar las nuevas tecnologías a los municipios de menos de 20.000 habitantes y a las zonas desfavorecidas de la capital. En Sevilla hay 94 (cuatro de ellos en la capital en Torreblanca, Polígono Sur y Polígono Norte y Tres Barrios), con más de 170.000 usuarios.

Francisco Jesús Jiménez dirige el último en abrir en la capital, el de Tres Barrios, que echó a andar en agosto para facilitar el acceso a las nuevas tecnologías y enseñar a manejarlas. Hace hincapié en que «el 50 por ciento de nuestro objetivo es romper la brecha digital», para la que básicamente es la situación económica la que limita las posibilidades de tener ordenador e internet en casa y estos centros permiten su uso. «Pero el otro 50 por ciento es la empleabilidad TIC porque en este barrio tenemos un grave problema de paro». Se trata de aprender a mirar y responder ofertas por internet, enviar su currículum por mail y tener unos conocimientos básicos de informática que les abran puertas laborales.

De hecho, es la motivación principal de quienes se acercan al centro. Saben que hoy día «para trabajar en el Telepizza entran pedidos por internet» y se trata también de abrir las oportunidad laborales a empleos «de mayor calidad, que no se queden limitado a tres tipos de trabajo». Sumar estos conocimientos aumenta «su autoestima» y también su independencia para hacer trámites .

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