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Andalucía: algo más que el jugador número doce

El miércoles 11 de febrero en el Sánchez Pizjuán, minutos antes de que España e Inglaterra se midieran como sólo deberían medirse los países, a golpe de deporte y de coraje, Andalucía se marcó un tanto que, por raro que se nos antoje, no se había hecho hasta ahora.

el 15 sep 2009 / 22:30 h.

El miércoles 11 de febrero en el Sánchez Pizjuán, minutos antes de que España e Inglaterra se midieran como sólo deberían medirse los países, a golpe de deporte y de coraje, Andalucía se marcó un tanto que, por raro que se nos antoje, no se había hecho hasta ahora.

El Consejo Audiovisual de Andalucía y la Federación de Periodistas Deportivos sumaron adhesiones a la iniciativa con la que estrenamos el año. Más firmas para las recomendaciones sobre violencia y deporte. Más compromiso en darle al deporte y a la información deportiva el sitio que se merecen.

Ya se dijo cuando lo anunciamos, a primeros de enero, que es la primera vez que una asociación de periodistas deportivos, con más de quinientos socios, asume un código ético de autorregulación que le compromete en la erradicación de la violencia y los comportamientos incívicos. También era la primera ocasión que un consejo como el andaluz elaboraba recomendaciones en compañía, precisamente, de personas e instituciones a las que se dirige. El miércoles se dio un paso más en el calendario que se anunció. Ese día firmaron los profesionales del fútbol, de la mano de su presidente en la AFE, Gerardo González Movilla, la administración en su más alto nivel andaluz, por la rúbrica del consejero de Turismo y Deporte, Luciano Alonso, y, porque era su casa y ha sido el primero, el presidente de un club tan veterano y señero como el Sevilla FC, José María del Nido. Ya lo han hecho las federaciones, la FFDA y la FAF, ya lo harán otras instituciones a las que el consejo quiere implicar en su iniciativa en busca de hacer grande este deporte.

No señalamos al deporte, y especialmente, al fútbol como fuente de la violencia. Todo lo contrario. El compromiso de aislar a las personas y a los hechos vandálicos supone el apoyo incondicional de los firmantes del deporte y los valores que supone. Nada más vital y creador que la pasión, que dijo Baudrillard, nada más apasionante que un buen partido que dirían Valdano o Verdú o Candau o el noventa por ciento de la población del mundo. Qué decimos usted y yo el día que nuestro equipo nos ha hecho tocar el cielo. Y por eso, por la fuerza arrolladora de la pasión y la alegría y la camaradería y el juego hay que arrimar el hombro, las bocas, las plumas para que la violencia y los violentos sean sólo desagradables anécdotas de fácil olvido. Siempre que hablamos de violencia hacemos referencia a la educación y a los modelos sociales que la sostienen: por eso no son papel mojado, ni perogrulladas ni obviedades las recomendaciones a las que sumamos voluntarios. Si la épica es una de las bellas artes, la provocación y la falta de respeto son, han sido y serán antiépicos, antilíricos y anticulturales. A veces se nos nubla la razón y nos ponemos estupendos. Reconocer los riesgos es el primer paso para evitarlos.

Los periodistas deportivos han sido mirados a veces por encima del hombro como si su profesión fuera casi una subcategoría dentro del noble oficio de informar. Pero son ellos los que venden más periódicos, convocan más audiencia y levantan más shares. Es una fuerza y una responsabilidad tal que merece, si no más, al menos el mismo rigor, celo y cuidado que la información más delicada. En Andalucía ya se ha dado un paso: nos honra ser los primeros, pero nos gustaría no ser los últimos.

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