El parque de maquetas Andalucía de los Niños, construido por el Estado para la Exposición Universal de 1992 con una inversión de más de 800 millones de pesetas 4,8 millones de euros, se ha convertido en una suerte de basurero, refugio de indigentes y en la mina de oro de los ladrones de cobre y coleccionistas de miniaturas de la ciudad. A menos de 24 horas de la celebración del Día de Andalucía, este espacio, que reproducía a pequeña escala los principales monumentos de la comunidad, permanece abandonado por su propietario desde enero de 2012, la Junta de Andalucía, concretamente por la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Hacienda, que ayer tampoco quiso pronunciarse sobre la situación en que se encuentran estas instalaciones, que recibió en perfecto estado de mano de Isla Mágica, su anterior gestor, el 31 de diciembre de 2011.
Desde el pasado mes de mayo, fecha en la que este periódico publicó el último reportaje fotográfico denunciando el deterioro de esta joya de la Expo, el recinto ha sufrido nuevos destrozos y robos. La Alcazaba de Almería ha sido pisoteada, la Torre del Oro de Sevilla, sustraída; y la Giralda a la que ya le faltaba el campanario, arrancada de la Catedral de Sevilla y arrojada al hueco que reproducía la costa andaluza. Son muchas las maquetas que han sido extraídas de cuajo de su ubicación y están esparcidas por todo el parque, algunas depositadas cerca de la valla agujereada, abandonadas cuando se intentaban su robo.
La Consejería de Hacienda, que dirige ahora María Jesús Montero, no ha puesto nunca vigilancia ni ha contratado a nadie que conserve las piezas. Sin embargo, al parque le han salido dos vigilantes espontáneos, un matrimonio de personas que llevan casi dos meses viviendo en el antiguo taller de reparación de miniaturas y que aseguran que allí entran muchos «para robar cables y llevarse maquetas para sus fincas».
Esta pareja no tuvo problemas para acceder al parque, gracias a la ausencia de vigilancia y de medidas de seguridad. La Junta remendó el pasado mayo la escuálida valla que protege Andalucía de los Niños desde la calle José de Gálvez, tras numerosas denuncias de la asociación Legado de la Expo. Sin embargo, la parte trasera del recinto, que da al paseo de pantalanes del río, está llena de perforaciones por las que se han ido colando los saqueadores que han dejado el jardín reducido a ruinas. De hecho, justo en frente de uno de esos huecos se encuentra una reproducción del faro de Chipiona que alguien debió tratar de llevarse sin éxito.
La reproducción de la Puerta de la Macarena aún permanece en la zona dedicada a Sevilla, aunque presenta nuevos destrozos, con partes arrancadas, mientras que la Plaza de Toros de la Maestranza, que aún aguanta en pie, está siendo devorada por los jaramagos, mientras que la Torre del Oro, que aún estaba allí en mayo, ha desaparecido.
La asociación Legado Expo denunció el martes en un comunicado que además el recinto es usado para hacer botellonas, algo que evidencia los restos de cristales y vasos en algunas zonas. Esta entidad pedía a la Consejería de Cultura que protegiera estas instalaciones, a través de la Comisión de Patrimonio Histórico. El Correo consultó ayer esta posibilidad con el departamento que dirige Luciano Alonso sin obtener respuesta alguna.
Con este panorama, el futuro de Andalucía de los Niños se dibuja complicado, ante la falta de interés de las administraciones por recuperarlo o dejar que alguna empresa privada lo salve. Ya el pasado mes de septiembre se conocía que ninguna empresa había concurrido al concurso convocado por la Junta para su explotación, pese a que varias firmas habían manifestado su interés por el negocio. El motivo fue que la Consejería de Hacienda quería endosar la gestión y, sobre todo, la restauración del recinto a una compañía privada, a cambio de establecer un canon muy bajo que compensara el enorme desembolso inicial que sería necesario.
Esta estrategia, que pretendía que el Gobierno andaluz no tuviera que invertir en la rehabilitación del espacio, resultó inútil. La única empresa que había declarado públicamente que estaba interesada en recuperar este emblemático lugar fue Catalunya en Miniatura, sociedad especializada en gestionar este tipo de atracciones y que posee un parque de similares características en Barcelona. Contaba con los medios técnicos para restaurar todas las maquetas y la voluntad de aplicar su plan de negocio en Sevilla.
Sin embargo, finalmente no concurrieron al concurso, al considerarlo inviable. «No participamos porque las bases estaban enfocadas a que la inversión para la rehabilitación la acometiera sólo la empresa. No podemos afrontar un gasto tan enorme», explicaba Concha de Lucas, directora del parque catalán. «Una cosa es explotar un recinto y otra reconstruirlo de cero, con todo lo que supone eso», añadió.
Ayer, el que fuera comisario del Pabellón de Andalucía y de este parque en la Expo, el escritor Antonio Rodríguez Almodóvar, se mostraba ayer «sorprendido» ante el estado del recinto «porque pensaba que estaba protegido al menos, o eso quería creer». «De nada han servido las numerosas gestiones, conversaciones y advertencias realizadas por asociaciones, medios de comunicación y por mí mismo, no sólo ahora, sino desde hace años», asegura el literato en una carta pública, en la que apunta a la «evidente responsabilidad del propietario de las instalaciones, la Junta y, subsidiariamente, del Ayuntamiento, por permitir el deterioro fatal de un patrimonio sevillano».
«En cualquier país del mundo, este tipo de instalaciones se cuidan y se miman, como lo que son, una fuente de alegría para los niños y para los mayores. Y constituyen, además, un atractivo turístico de primer orden. Aquí no, aquí se permite que 80 maquetas primorosamente construidas por los mejores maquetistas del mundo, donde se representan con todo detalle los más importantes monumentos y enclaves de Andalucía, más dos centenares de bonsáis y líneas de ferrocarril se destruyan y se pierdan porque sí, porque ya no interesan. 890 millones de pesetas tirados a la basura». «Hoy, por última vez, demando una acción enérgica e inmediata para proteger, salvar lo que se pueda, y elaborar un proyecto creíble de recuperación sin más dilaciones ni pretextos», concluyó.
