La Autovía de la Plata ya recorre Andalucía desde Sevilla hasta Cáceres. Ayer abrieron al tráfico los últimos 15 kilómetros hasta ahora en obras, que salvan la Cuesta de la Media Fanega y la travesía de El Ronquillo. Las muertes se reducirán, y también los atascos los fines de semana.
La apertura al tráfico de este segmento de la autovía, el más costoso y el que marca el fin de la tarea en Andalucía -los últimos tramos extremeños abrirán en marzo, y otros hasta Zamora a finales de este año-, se celebró ayer sin alharacas, en contraste con otras aperturas de minitramos como el Camas-La Algaba (agosto de 2004) o Gerena-La Algaba (marzo de 2004) por sucesivos ministros del PP y el PSOE.
Ayer, la prohibición de inaugurar en campaña privó a la ministra Magdalena Álvarez del corte de cinta, mientras que los empleados en la obra y algunos funcionarios de su ministerio celebraron el fin del trabajo en la Venta del Alto.
La inversión en salvar el escarpado valle de la rivera de Huelva y su Cuesta de la Media Fanega -con dos túneles consecutivos, el mayor de 800 metros ¡el más largo de Sevilla!- y tres viaductos ha supuesto una inversión de 86 millones de euros y dos años de obras. La constructora Copisa ha ejecutado los siete kilómetros que salvan la travesía de El Ronquillo, mientras que de los 7,9 kilómetros restantes desde la Venta del Alto se han ocupado Sacyr y Cavosa.
Ha sido el tramo más difícil -y caro, 50 millones- por la construcción de los túneles en pendiente, con tres carriles en el de subida. Así lo explicó justo al abrir la autovía, ayer a mediodía, Jesús Gómez, uno de los obreros: "Lo que más ha costado es el túnel: ha sido lo más peligroso de hacer, lo más lento".
Pero gracias al túnel el tiempo empleado para llegar desde la Isla de la Cartuja de Sevilla a El Ronquillo, a unos 50 kilómetros, se redujo a 26 minutos. Hasta Monesterio, el primer pueblo de Extremadura, ya hay poco más de una hora, una vez que se esquiva el tapón de la travesía de El Ronquillo, con una curva de casi 90 grados entre las viviendas que había sido la pesadilla de todos los camioneros de España.
La Autovía de la Plata, A-66 en su numeración oficial, enlazará el Sur y el Norte de España sin pasar por Madrid, y además conecta ya con la carretera de Aracena-Rosal de la Frontera-Portugal y, más allá de Andalucía, en Mérida, con la A-5 hasta Madrid: el simulador de Michelín recomienda esta conexión con la capital de España en lugar de la ruta directa de la A-4, la autovía que une la Villa y Corte con la ciudad hispalense.
Pero... ¿qué impulsó la construcción de la autovía? Más que la rapidez, el clamor social por la peligrosidad que llegó a alcanzar a finales de los años 90 la vieja Ruta de la Plata, una carretera nacional (N-630) superpuesta a un itinerario anterior a los romanos entre Gijón y Sevilla. Entre 1998 y 2007 la vieja N-630 se cobró 85 vidas y se ganó el sobrenombre de Ruta de la Muerte. La semana trágica de hace justo diez años se saldó con 11 fallecidos en sólo cuatro días. Y la mejora en la seguridad es lo que más valoraron ayer los alcaldes de los municipios con salida a la autovía (Camas, Santiponce, El Ronquillo, El Real de la Jara, Gerena y Guillena).
A la vera de la autovía la entrada a Sevilla, desde Camas hasta Guillena se llena de polígonos industriales que aprovechan que la A-66 no es una ruta saturada. Las Pajanosas vive una explosión urbanística. Y más allá, en la Sierra Norte, espera el turismo rural y de segunda residencia.