El análisis de las reuniones mantenidas ayer por el presidente de la Junta, Manuel Chaves, con los portavoces de los dos grupos de la oposición parlamentaria, Javier Arenas (PP) y Diego Valderas (IU), va más allá de las lecturas contradictorias aportadas por sus protagonistas al término de los encuentros. Chaves señaló que constituyen un "buen comienzo para la negociación" de acuerdos en torno a las políticas que se deben seguir para luchar contra la crisis económica en Andalucía, mientras que Arenas aseguró sentirse "más preocupado de lo que iba" y Valderas entendió que un pacto de las fuerzas políticas era poco menos que imposible de lograr. En realidad, todas estas declaraciones eran más o menos previsibles y venían marcadas por la cercanía de la manifestación por el empleo que ha organizado el PP para mañana domingo en Málaga. Ni el presidente Chaves podría esperar un repentino cambio de orientación del PP, ni Arenas estaba dispuesto a moderar su discurso de oposición a 48 horas de una protesta con la que, a buen seguro, arrancará algunos minutos en los telediarios nacionales. Pero más importante que todo esto es el tono de las palabras que se dijeron fuera de micrófonos y, en especial, ese acuerdo tácito de que a partir del lunes habrá cambios en los patrones de conducta que han seguido los partidos andaluces con respecto a la crisis. En una situación tan excepcional como ésta, tanto Chaves como Arenas saben que hay puntos de encuentro en sus programas económicos que han de potenciar para ofrecer una respuesta global al derrumbe de los mercados. De hecho, esta misma semana se establecerán grupos de trabajo conjuntos para alcanzar un pacto similar al que ofreció Zapatero en el Congreso de los Diputados y Rajoy rechazó. En Andalucía, PSOE, PP e IU están en la antesala de la demostración de altura de miras y de sentido de la responsabilidad que le reclaman a diario los andaluces.
