La desaparición de Andrea, la menor de Armilla (Granada) que faltaba de su casa desde el jueves por la noche, fue fruto de "una chiquillada". La adolescente rompió la angustiosa espera de su familia con una llamada telefónica que hizo ayer a su hermana desde una cabina y, poco después, se presentó en la comandancia de la Guardia Civil en la capital granadina para decir que estaba bien y que se había escapado voluntariamente. De esta forma acababan casi 40 horas de búsqueda, después de que el rastro de la niña, de 15 años, se perdiera en la medianoche, cuando Andrea salió de casa de su abuela -con la que vive, ya que su madre trabaja en la hostelería, en la localidad costera de La Herradura-; dijo que iba a tirar la basura y a buscar a su perro, que se había escapado horas antes. Fue a las dos cuando su abuela despertó y se dio cuenta de su ausencia, movilizando al Instituto Armado, que peinó el pueblo e interrogó a todos los allegados de la menor para aclarar el caso.
La niña confesó ayer a los agentes que no había "nada extraño" en su marcha, que se fue "porque quiso". No se sabe dónde estuvo en esas horas, aunque la llamada a su hermana la hizo desde Peligros, según detectó la Guardia Civil. A la espera de que trascienda el relato de la menor, sólo se sabe que la noche de su desaparición llegó a casa tras cenar unas pizzas con un chico "que estaba conociendo" y una amiga suya, con quienes había estado en la vecina localidad de Alhendín, según explicó la tía de la chica, María Dezelma Fernández.
Avisó a su abuela de que salía, sin ropa ni dinero ni identificación, y nada se supo hasta ayer. De hecho, su móvil estaba apagado y su cuenta de Tuenti estaba bloqueada. La familia teme que se haya marchado con un antiguo novio -bastantes años mayor que ella, con antecedentes penales y que su madre le había obligado a dejar-, que la estaba llamando en los últimos días amenazando con colgar en internet fotos suyas comprometidas.
