Cultura

Andrés Marín triunfa en Nimes

el 15 ene 2011 / 22:38 h.

Marín paseó su visión flamenca en territorio galo.
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El Festival Flamenco de Nimes no es sólo para ver espectáculos en su fabuloso teatro, que la noche del pasado viernes se llenó para ver la obra del bailaor sevillano Andrés Marín, La Pasión según se mire, aprobada por los franceses con aplausos y pataleos ensordecedores. Lo bueno de este festival y de otros franceses, como el de Mont de Marsan, es que a los artistas les gusta meterse en fiesta con los aficionados y los colegas de estas tierras.

Después de la obra del coreógrafo sevillano se improvisó una juerga de lo más castiza en el hotel Atria Novotel, donde estamos todos. El cantaor jerezano Luis el Zambo se reunió con dos cantaores gitanos de Marsella, José de la Negreta y su primo Paco Santiago, que cantan para darse chocazos contra una pared. ¡Qué metales y qué compás y qué jondura tan gitana!

Luis se volvió loco con ellos y, a pesar de que tenía que cantar al día siguiente, se metió en faena hasta altas horas de la madrugada. Corrió el alcohol como el agua por las acequias y el humo del tabaco le confería al patio del hotel aspecto de café cantante del XIX. Parece increíble que tengamos que venir hasta Nimes para vivir una juerga como ésta, que nos puso el corazón a doscientas pulsaciones por minuto.

Teníamos interés en averiguar cómo aceptaba el público de Nimes una obra como la de Andrés Marín, que tanto gustó en la pasada Bienal de Sevilla, aunque hubo a quienes no les gustó nada. En Nimes hubo frialdad al principio, pero nada más salir la bailaora Concha Vargas, que es el temperamento personificado, enamoró con sus tangos, cantiñas y romances a todo el mundo, con un José Valencia soberbio que canta cada día mejor y un José Ángel Carmona, de Los Palacios, que promete lo suyo.

Aunque gustó la obra en general, los momentos de Andrés Marín con Concha y José el de la Tomasa fueron los más aplaudidos. El maestro Tomasa tenía la voz magnífica y la utilizó para cantar muy bien por soleá, con la guitarra de Salvador Gutiérrez, y por tonás, con Andrés Marín haciéndole son en un yunque.

Son los momentos cumbres de esta obra, que tiene también sus pinceladas de gran creatividad en las que Andrés demuestra su capacidad coreográfica y una imaginación sin límites, un tanto atrevida, como la parte en la que baila con un capirote y unos platillos, o con un trombón y un clarinete. Andrés Marín en esta puro, siempre rompedor.

La Pasión según se mire Tiene también momentos de una hermosura increíbles, como los protagonizados por Lole Montoya. Sus canciones rompen un poco la obra, su sentido flamenco, pero la refrescan musicalmente y emocionan a un público entregado. Al final, como decíamos unas líneas más arriba, el público aplaudió con fuerza, y hasta pataleó, que es muy propio de los cabales de estas tierras.

La noche del sábado Lole Montoya volverá a cantar en el Teatro de Nimes, en esta ocasión en un mano a mano con el cantaor jerezano Luis el Zambo. De este concierto le daremos cuenta mañana lunes.

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