Andrés Mérida (Cádiz, 1964) es una figura extraña en el panorama del arte contemporáneo. Una singular figuración y el empleo de los colores más vivos y contrastados caracterizan una carrera que ayer escribió un nuevo capítulo inaugurando una exposición en La Galería, donde ha concentrado 23 recientes piezas.
"Me sitúo entre el expresionismo y el surrealismo", comienza reconociendo Andrés Mérida, una de las voces más personales del arte andaluz actual. Óleos, dibujos y técnicas mixtas integran la nueva colección de un artista que ha hecho del Sur el leitmotiv de su obra. Paisajes andaluces, tauromaquias y alusiones al flamenco forman parte del imaginario de un creador que define como "mediterráneo" un catálogo de piezas que "mira sin tapujos y con simpatía hacia nuestras costumbres".
En la peculiar visión que Mérida sostiene hacia el arte hay cabida también para el humor. "No reivindico nada, pero me parece muy interesante incluir piezas que sean divertidas", explica en alusión a una de sus más recientes composiciones, el óleo Como una regadera. "El primero que se lo tiene que pasar bien es el artista, es el principal y más importante sentido que tiene este trabajo", dice, "para luego poder comunicar con el espectador".
Irónico y surrealista -"a menudo los personajes que retrato parecen salidos del mundo de los sueños"-, Andrés Mérida ha querido rendir homenaje en su nueva exposición a su maestro, Miguel Pérez Aguilera, con un retrato en el que refulge el brillo que caracteriza su obra. Además, en este nuevo episodio pictórico, el artista gaditano pero malagueño de adopción ha dado un paso más allá. "Me encuentro en una nueva etapa en la que camino hacia la abstracción", confiesa.
Hijo espiritual de la generación de los 20, de la que dice encontrarse muy cercana en afinidad estética, Mérida también expone al juicio público su sensibilidad no sólo en lo que pinta sino en la forma en la que lo hace. "Los formatos que elijo y los colores que selecciono son esenciales para conseguir el impacto", afirma.