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Ángel y demonio

El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, odiado e idolatrado por igual en España.

el 13 feb 2010 / 20:37 h.

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El juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.

Baltasar Garzón, odiado e idolatrado por igual en España, vive los momentos más duros y complicados de su carrera desde que en 1981 lograra su primer destino como juez en Valverde del Camino (Huelva). En aproximadamente dos semanas, Garzón sabrá si el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) -uno de los tres poderes del Estado- lo suspende cautelarmente de sus funciones. Dos causas abiertas contra él en el Tribunal Supremo -una sobre los crímenes cometidos en el franquismo y otra por los cobros de unas becas durante su estancia en Nueva York- pueden frenar su carrera judicial, y quién sabe si temporal o definitivamente.

Los amigos y enemigos que el magistrado de la Audiencia Nacional se ha ganado en España en estos 29 años -donde se ganó el calificativo de juez estrella- se convierte en admiración nada más cruzar nuestras fronteras. El culpable es el principio de jurisdicción universal, que permite abrir causas judiciales por presuntos hechos delictivos cometidos en el extranjero independientemente de la nacionalidad del delincuente. Garzón, firme defensor de este principio, saltó a los periódicos de todo el mundo en 1998 por emitir una orden de detención contra el ex dictador Augusto Pinochet, que había viajado a Londres para una operación de hernia lumbar, por los asesinatos de españoles en la dictadura chilena.

Desde aquel año, muchas asociaciones y víctimas extranjeras recurrieron a la Audiencia Nacional y a Garzón en busca de la Justicia que no hallan en sus países. Gracias a la actuación del juez se han logrado el arresto del ex presidente peruano Alberto Fujimori y la detención de militares de la dictadura argentina.

Alabado y aplaudido por todo el mundo por iniciativas como éstas -el relator de la ONU contra la Tortura, Manfred Nowak, aseguró en abril de 2009 que "España es famosa gracias al juez de instrucción Baltasar Garzón"-, el magistrado de Jaén ha encontrado la china de su zapato en su propio país. Su protagonismo excesivo en los medios, su avasalladora personalidad y su más que coqueteo con la política le cerraron más de una puerta y buscaron algún que otro enemigo.

El sindicato ultraderechista Manos Limpias -sin representación en ningún centro laboral- ha interpuesto 19 denuncias contra Garzón en el Tribunal Supremo. Las 18 primeras no fueron admitidas a trámite, pero la última -por un supuesto delito de prevaricación al investigar las muertes durante el franquismo- puede acabar sentándolo en el banquillo de los acusados. Además tiene otro caso abierto por haber cobrado supuestamente del Banco de Santander por impartir unas conferencias en Nueva York después de archivar una causa contra el presidente de dicha entidad, Emilio Botín.

Miguel Bernard, secretario general de Manos Limpias, afirmó a este periódico que Garzón prevaricó al aceptar a trámite una denuncia de las asociaciones de Memoria Histórica después de haber rechazado investigar al comunista Santiago Carrillo por las matanzas de Paracuellos en 1936. "Los motivos que esgrimió para rechazar Paracuellos no los usó para rechazar la investigación contra el franquismo, y él sabe muy bien que las leyes españolas no pueden juzgar ni penar a personas fallecidas, es algo tan sencillo que los saben hasta los estudiantes de Derecho. Aunque está convencido de que Garzón será finalmente apartado de la carrera judicial, advierte que la sombra del juez "es muy alargada" y reitera que la actual legislación no permite juzgar la dictadura "porque para eso está la Ley de Memoria Histórica y la Amnistía que hubo tras la transición y la Constitución de 1978".

Una situación que no se entiende fuera de España, especialmente en Chile o Argentina debido a la implicación directa del juez contra las dictaduras militares que destrozaron los derechos humanos. Así, Estela Carlotto, presidenta de la asociación Abuela Plaza de Mayo, explicó a El Correo que conoce a Garzón "hace más de 20 años", y destacó de él su "calidad, compromiso, coherencia" dado que es un magistrado "que nunca inclina el fiel de la balanza sino que cumple perfectamente con su obligación". Desde la distancia, Carlotto lamentó que haya algunos grupos "interesados" en apartar a Garzón de la carrera judicial y en "clausurar" la Memoria Histórica. "Jamás podré pensar que Garzón prevaricó porque estoy convencido que su única intención es que se sepa la verdad y condenar a los culpables que estén vivos todavía".

El poeta y periodista argentino Juan Gelman escribió esta semana en El País que América Latina "no entiende" qué pasa en España con el juez Baltasar Garzón. "¿A proceso por su intento de juzgar crímenes de lesa humanidad?" (...) "...que lo juzguen por hacer justicia, no se entiende", decía Gelman. En su defensa también acudió Amnistía Internacional, cuya responsable de Investigación y Políticas, Giulia Tamayo, calificó de "paradójica" e "inédita a nivel mundial" esta situación. Y es que parece que el juez que luchó contra las dictaduras en el mundo, no pudo con la suya.

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