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Ángeles sin alas pero con hélices en La Puebla de los Infantes

Unos 200 pilotos vuelan hasta esta tarde en la XV Concentración de Paramotores.

el 29 ene 2011 / 20:55 h.

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Un piloto de paramotor se prepara para el despegue ante cientos de espectadores.

Octavio Ruiz soñaba con volar. Lo hacía tan intensamente que siendo sólo un niño se hizo de telas y unas cañas para improvisar un ala delta. En el primer intento apenas levantó un palmo del suelo. Pero persistió en su empeño. Hizo falta unir fuerzas -y dinero- con dos amigos para comprar un parapente a un francés y surcar los cielos de su isla, Tenerife. Más de 21 años después, sigue en su nube literalmente, a veces lanzándose al vacío con su parapente o, como ayer, visitando el embalse José Torán, donde llegó, se cargó un motor de 28 kilos sobre la espalda... y a volar como los ángeles.

No fue el único. Otros 200 intrépidos cogieron sus hélices y sus parapentes y se enrolaron en la concentración de paramotores Las Candelas, que se celebra desde hace 15 años y que durará hasta esta tarde. De eso da buena fe, Antonio García, conocido por el mundillo como El Plegada y residente de Dos Hermanas. Suyo fue de los primeros aterrizajes sobre este "paraíso de la naturaleza", como bien describe. Llegó por los pelos a la inscripción, pero entraba dentro de la lógica, porque no vino por carretera, como todo el mundo, sino que su viaje fue en paramotor. Él y otros ocho compañeros salieron de los alrededores de Las Portadas a primera hora de la mañana, como hacen todas las ediciones, aunque en esta ocasión no pararon a repostar en Carmona. "Tenían viento de cola", apunta Ángel Barroso, que hizo de coche escoba para aquellos que perdieran el rumbo.

Como iban por aire, pudieron esquivar la repentina niebla con la que amaneció media provincia. Tan espesa era que obligó a retrasar la salida de los primeros participantes. "Ya se sabe, mañanita de niebla, tardecita de paseo", explica el organizador, Francisco Burgos, que resalta el reconocimiento internacional de la concentración de paramotores, a la que se apuntaron pilotos de México, Francia, Suiza, Inglaterra y "hasta dos rusos". Los contabilizó poco después de la inauguración, a la que acudió el alcalde, Antonio Torres (IU).

Estos expertos de altos vuelos incluso se atreven a aleccionar a los novatos, a los que aconsejan que el primero sea en un biplaza. Lo explica Francisco Moreno, otro piloto que llegó con sus amigos en coche desde Alicante. "Si lo haces solo, el primer vuelo no te das ni cuenta, vas como un geyperman [sí, uno de esos muñequitos rígidos de la década de los setenta]", dice este hombre, que lleva siete años sin faltar a la cita de La Puebla de los Infantes.

Más preciso fue Jesús Tripiana, de Córdoba, que explicó en la misma zona de despegue todas las medidas de seguridad que hay que adoptar para que no ocurra ninguna desgracia. "Siempre hay que comprobar que los arneses no tengan fisuras, ajustarlo todo y calentar bien antes de volar", contó. También aclaró que lo más complicado es el despegue, puesto que el piloto "puede desequilibrarse".

Los vuelos se suceden en la explanada del pantano hasta que un grito hace saltar las alarmas. "Ha caído uno al agua". Sí, un piloto. Todos acuden rápido al embalse, donde ya estaban rápidos tanto una lancha motora y una patrulla de la Guardia Civil como una ambulancia. Sólo hizo falta la lancha, ya que el afectado no se hizo nada, más que helarse de frío y tener todas las papeletas para coger un resfriado. Nada que no remedie el otro motivo que invita este fin de semana a visitar La Puebla de los Infantes: Las Candelas, donde los vecinos encienden sus fogatas, ríen, charlan y, cómo no, comen sardinas y las típicas sopaipas con chocolate.

Una vez concluida la primera sesión de vuelo, los pilotos se quitaron las caras serias y rígidas y comenzaron a disfrazarse, algo que forma parte de la tradición de esta concentración de paramotores. El público, que se desplazó por centenares a este paraje, disfrutaron de los dos primeros personajes: el Inspector Gadget -que hasta tenía su gadcheto brazo y gadcheto hélices incorporados- y Woody, el vaquero de Toy story, maquillado hasta las cejas y subido a lomos de su caballo.

En una carpa a pocos metros de la zona de despegue, se celebra la cuarta edición de la Feria del Aire y el Paramotor, en la que se exponen las principales novedades en el sector, como la evolución de los carros plegables, los embragues y las distintas evoluciones en el peso y la potencia de los motores. Pero había un producto estrella: un paramotor con motor eléctrico, que probaron los participantes. Pero no sólo se hablaba de vuelos. También hay un expositor en el que el Ayuntamiento de La Puebla de los Infantes promocionaba el aceite local y una barra, en la que el bar Galindón -también del municipio- ofrece a buen precio bebida y alimento.

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