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Animando a los hermanos

El primer día de guardería para los más pequeños se convierte en todo un acontecimiento familiar en el que padres y hermanos mayores acompañan a los novatos entre los que caben todo tipo de reacciones.

el 01 sep 2014 / 21:24 h.

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Las maestras hacen gala de su paciencia y acogen a los pequeños entre risas y juegos. Las maestras hacen gala de su paciencia y acogen a los pequeños entre risas y juegos. / Carlos Hernández

Del «ya verás, es muy divertido» al «pobrecita mi hermanita, que se ha quedado llorando». Aunque ayer era el turno de los más pequeños, los hermanos mayores –sobre todo las hermanas– vivieron el primer día de guardería de los menores casi con más ilusión que éstos. Es lo que tiene haber pasado ya por ese trance años atrás y saber que la separación durará solo unas horas (ayer además la mayoría de las escuelas infantiles aplicaron un horario de adaptación) y que siempre volverán papá, mamá o en su defecto algún familiar o cuidador conocido a recogerlos.

Las 358 guarderías de la provincia abrieron ayer sus puertas para los más de 18.700 niños de 0 a 3 años años que iniciaron el curso escolar en el Primer Ciclo de Infantil. Unos acudían por primera vez, como Daniel, que con 20 meses no se quería casi salir de El Sapito en Camas (el premio a su entereza es que hoy se quedará mas tiempo), o Iker, de un año, al que al salir de la guardería El Sol en Dos Hermanas le esperaban expectantes no solo sus padres sino su tía y su hermano Sergio, de seis años, que le había echado mucho de menos. Otros eran ya veteranos, lo que no garantiza la ausencia de llantos. como saben muy bien las seños. Básicamente por el «efecto contagio».

Las relucientes mochilas de Dora la Exploradora, Mickey o Cars no fueron las únicas que se vieron ayer por las calles de la ciudad. A las puertas de los institutos se agolpaban también adolescentes cariacontecidos cuyo moreno es inversamente proporcional a las horas que han pasado este verano hincando codos para los exámenes de recuperación de los cates cosechados el curso pasado, que también empezaron ayer. Apenas a las 9.30 de la mañana salía un chico del IES Vicente Aleixandre de Triana comunicando por teléfono a sus sufridores padres que tal como había visto el examen se había salido y no era el único, mientras unas amigas se preguntaban unas a otras cómo lo llevaban y qué asignaturas se habían preparado.

A los pequeños que ayer iniciaron el curso en la guardería, e incluso a los hermanos mayores que les acompañaban en su primer día a la espera de iniciar el colegio el próximo día 10 como hizo Elena con la pequeña Marta camino al centro El Patín de Nervión, aún les quedan unos años para pasar el trago de esos adolescentes. Quizás por eso iban animando a los más pequeños asegurándoles que ir al cole es chulo y hasta se alegraban al coincidir a la puerta de centros como la escuela infantil Tambor, en la calle Castilla, con otra hermana mayor acompañando al peque y a la sazón, compañera de su cole. Otras, como Isabel, más bien parecían presumir de esa semana extra de vacaciones que da el ser mayor. «Tú como eres más chica tienes que empezar antes», le recordaba una y otra vez a su hermana Clara camino de la escuela infantil San José de la Montaña del Centro. Y a algunos que salían llorando a moco tendido incluso les daban ánimos.

Los hijos únicos, por contra, tenían que conformarse con la leal compañía de ese muñeco inseparable o esa mantita que les reporta seguridad ante el abismo de lo desconocido. A algunos también les acompañaba en su primer día de guardería el mejor amigo del hombre, el perro que caminaba atado al carrito y que, eso sí, tuvo que quedarse fuera mientras la madre acompañaba al pequeño en sus primeros pasos por la que será su aula durante los próximos nueve meses.

Dado el horario de adaptación que los centros suelen tener durante la primera semana, el ir y venir de carritos ayer fue una constante durante toda la mañana, aunque aquellos padres trabajadores sin posibilidad de cogerse el día libre ni disponibilidad para hacer la adaptación tuvieron que hacer de tripas corazón y despedirse de sus retoños hasta el mediodía. Otros, como el pequeño Yago, que con 22 meses se estrena en la guardería, solo estuvo un rato inspeccionando el terreno ya que ante la posibilidad dada por su padre de quedarse allí o irse con él lo tuvo claro. Y algunos entrar en el centro un par de horas para inmediatamente pasar del aula a los columpios del parque de la plaza de Monte Pirolo, frente a la escuela infantil Mickey.

Pero si es duro el primer día de guardería o cole, también lo es –y nadie parece reparar en ello– la vuelta al trabajo de los maestros encargados de recibir a esos pequeños a las puertas de los centros con su mejor sonrisa. Incluso aunque se trata de un sector en apuros por la caída de la demanda debido a la crisis y la congelación de los precios públicos (278,88 euros la plaza) así como los frecuentes problemas de retraso en el cobro de las nóminas por los impagos de la Junta, aunque este curso de momento ha comenzado con los pagos más o menos al día –falta el abono compensatorio por agosto de mil euros por unidad comprometido para la primera quincena de este mes– tras los problemas planteados antes del verano sobre todo en las guarderías municipales.

Conflictos laborales que en honor a la verdad no dejan traslucir estos trabajadores. Sus entusiastas «holas» entre sonrisas y tendiendo manos y brazos se repitieron en cada escuela infantil, un gesto para dar seguridad a esos pequeños que son introducidos a un mundo desconocido mientras vuelvan la cabeza insistentemente para ver cómo sus padres se alejan de ellos sin entender qué ha cambiado desde la jornada anterior y preguntándose cuándo volverán a por ellos.

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