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"Antes, si llovía, teníamos que entrar en casa volando"

La limpieza de los arroyos Tamarguillo y Miraflores ha minimizado los efectos de las crecidas en Aeropuerto Viejo, Valdezorras y El Gordillo

el 13 mar 2010 / 20:35 h.

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Los vecinos de zonas como Valdezorras, Aeropuerto Viejo o El Gordillo han vivido con temor las lluvias durante años, porque sus casas se encuentran por debajo del nivel de los arroyos Tamarguillo y Miraflores y las precipitaciones se convertían fácilmente en inundaciones que les impedían incluso entrar en sus casas. Las planchas de agua rodeaban las viviendas, y había que entrar "volando", explica José Gutiérrez, vecino desde hace 25 años: "el que tenía un todoterreno entraba, y el que no tenía que irse a otro sitio todo el tiempo que estuviera lloviendo, había que emigrar".

Desde hace dos años, el control de los arroyos ha minimizado los daños. Emasesa y la Agencia Andaluza del Agua, coordinados por el Cecop, limpian los cauces para evitar que la acumulación de hojas y ramas ayude a que se desborden. Durante los últimos dos meses, pese a lo que han arreciado las lluvias, sólo temieron por sus viviendas a finales de diciembre, con la tremenda tromba que llevó el agua al límite. Aunque no llegó a desbordarse, sí anegó parte de los terrenos cercanos e hizo necesario que la Policía Local cortara la carretera de Brenes. Sin embargo, hasta en eso ven diferencias los vecinos: "antes no se cortaban los caminos y la gente se caía al canal". Esta vez se habían controlado con GPS distintos puntos del recorrido y se había preparado la señalización para poder reaccionar con más rapidez.

La ayuda de los propios vecinos ha sido fundamental. Antes de las lluvias se celebró una reunión y se ha estado en contacto con ellos para que avisaran con rapidez de cualquier incidencia, como la caída de un árbol en el canal que pudo haber obturado la salida del agua y desbordado el arroyo; pero la rápida reacción lo evitó: entre Parques y Jardines y el Infoca lo trocearon para que el agua pudiera seguir corriendo.

También se habían drenado los arroyos, eliminando toda la suciedad del fondo con ayuda de grúas, lo que hizo bajar el nivel del agua y evitó que se formaran tapones cuando arrecieron las aguas. Y se quitaron los restos de obras que había en las orillas para que no cayeran al agua.

Desde la gran tromba de diciembre, los arroyos sólo han subido un par de veces el pasado mes de febrero, pero no se han vuelto a producir inundaciones en estos barrios, en los que viven más de 4.000 familias.

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