Hablar con ellos es como hacerlo con esos familiares a los que siempre tienes ganas de volver a ver para que te cuenten las últimas anécdotas o esas historias de siempre que sabes que quieres oír.
Y aunque observándolos juntos uno pudiera pensar que su complicidad es el fruto de toda una vida de amistad, "no nos conocimos hasta que Antonio me llamó un buen día y me dijo que tenía un proyecto entre manos que quería que yo dibujara", afirma Kim, el dibujante de Martínez el Facha al que cambia por completo de registro con El arte de volar afirmando que "no me costó ningún esfuerzo extra cambiar de aproximación a mi trabajo, ya que no es la primera vez que hago algo serio".
El dibujante da rápido paso a su compañero en los comentarios, que van sucediéndose sobre cómo el Premio Nacional del Cómic llegó a concretarse no sin antes valorar "la enorme paciencia que Antonio tuvo conmigo, ya que tardé cuatro años en dibujar las páginas del cómic y lo hice además de una manera muy peculiar, aceptando la propuesta de Antonio habiendo leído sólo las primeras páginas del guión, y dibujando la historia sin avanzar más allá de la hoja con la que estuviera en ese momento, lo que condujo a no pocos problemas, porque había personajes que yo creía que no tenían importancia y caracterizaba de cualquiera manera, y resulta que después eran fundamentales en el discurrir de la historia" [risas].
Antonio Altarriba asiente esbozando una afable sonrisa y restándole importancia a la tardanza de Kim, sobre todo "viendo los magníficos resultados que hemos obtenido finalmente.
Además, como Kim es bastante despistado, cada vez que hablaba con él le decía que llevaba menos tiempo del que en realidad había transcurrido, hasta el punto de hacerle pensar que, en lugar de los cuatro años que al final necesitó, habían pasado sólo dos".
El guionista, un narrador que atrapa a su interlocutor con la calidez de sus formas, enseguida traslada "la catarsis que me ha supuesto este trabajo. Mi padre había muerto hacía tres años y yo estaba metido en un contencioso contra la comunidad de La Rioja por culpa de 34 míseros euros que la residencia en la que mi padre se suicidó me reclamaba por los tres días del mes de los que había disfrutado antes de morir. La rabia acumulada de esos dos hechos juntos, unidos a la necesidad de contar con la voz de mi padre la dura vida que había tenido que llevar, fueron las que terminaron provocando que me planteara escribir lo que en principio iba a ser una novela pero terminó transformándose en el cómic que ahora veis", explica.
Una decisión tremendamente afortunada a la vista de los muchos premios que ya ha cosechado El arte de volar y sobre lo que Altarriba abunda afirmando que "no quería que el relato de mi padre se convirtierá en una novela más sobre la Guerra Civil", algo a lo que Kim y el medio han ayudado mucho, "ya que la historia está plagada de metáforas visuales que hubiera sido imposible (o al menos muy difícil) meter en una novela, y detalles como el águila del escudo de España que le arranca los ojos a mi padre o la bala que se deshace en los anillos quedan grabados mucho mejor así".
"El arte de volar -confiesa- me ha servido para purgar muchos demonios y conocer más de cerca tanto a mi padre como a mi madre", confiesa.