Cultura

Antonio Barrera y Daniel Luque cortan una oreja en San Sebastián

La corrida de Torrealta, de buenas hechuras, condicionó negativamente el sexto festejo de la Semana Grande en San Sebastián. A pesar de eso, Antonio Barrera y Daniel Luque cortaron una oreja, mientras que Miguel Ángel Perera se marchó de vacío tras marrar con los aceros.

el 16 sep 2009 / 07:12 h.

La corrida de Torrealta, de buenas hechuras, condicionó negativamente el sexto festejo de la Semana Grande en San Sebastián. A pesar de eso, Antonio Barrera y Daniel Luque cortaron una oreja, mientras que Miguel Ángel Perera se marchó de vacío tras marrar con los aceros una meritoria faena a su primero, informó Burladero.com.

Barrera puso voluntad con el que abrió plaza, un toro bravo en el que caballo que se vino abajo tras un buen quite por gaoneras del sevillano. Sí que cortó la oreja del cuarto, el que más movilidad y transmisión tuvo del encierro.

Salió muy decidido el sevillano, que comenzó su labor bien por bajo y toreó despacio por el pitón derecho en las dos tandas que el toro le permitió algo de lucimiento. Poco a poco el animal fue acortando su viaje y él se puso encima de él, sacando muletazos en los que hubo poca limpieza. Mató de un espadazo sin puntilla que le valió el trofeo.

Otro trofeo paseó el también sevillano Daniel Luque, que cerraba plaza. Sin opción alguna con el parado y manso tercero, el diestro cuidó mucho al de Torrealta en todos los tercios, para no mermar aún más su justeza de fuerza y clase en la embestida. Un trasteo en el que destacaron dos series de derechazos y una más de naturales, toreando muy despacio aunque sin poder bajar en exceso la mano. Al final, optó por el arrimón con cambiados por la espada. Mató muy bien y le otorgaron el premio.

Uno de los toros que aguantó algo más fue el segundo, al que Perera cuajó a la perfección tanto a la verónica, muy templadas y despaciosas, como en un quite con el capote a la espalda. El extremeño cuidó mucho al toro, llevándolo muy largo y templándolo por ambos pitones. Terminó con unas ajustadas bernardinas y lo que podía haber sido una oreja, acabó con una ovación tras fallar con la espada. El quinto, parado y rajado, no le dio ni una oportunidad.

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