Una oportunidad. Como los toreros. No es otra cosa lo que está pidiendo. Y para hacerlo no en la Maestranza, sino en el Maestranza. El otro día cantó en el atrio y dejó perplejo a más de uno. Parece que le han dado un toque desde el teatro, como si hubiera molestado su iniciativa. No hay que darle más importancia a un gesto así y hay que quitarle hierro a la cosa. Más bien al contrario.
Quizás sea el momento de que alguien le escuche, pero no para hacerle el paseíllo y olvidarle, sino para tenerle en cuenta si verdaderamente vale. Pocas voces están quedando, y si tenemos un tenor en casa, es lógico que le demos su sitio. Ayer dio un recital en Radio Sevilla cuando abrió su garganta. Y eso que la hora tampoco era la propia, o sea, por la mañana.
Sin embargo, se vino arriba, adelantó el pie, templó la voz, se estuvo muy quieto y sintió algo de miedo, como le pasa a cualquiera que asume la responsabilidad del momento, porque le estaban escuchando miles de personas. Lo dicho, como los toreros.
Periodista
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