Cultura

Antonio Hernández: "Lopera se me aparece todas las noches, como Luzbel"

El escritor gaditano acaba de reunir cuatro décadas de producción poética en ‘Insurgencias (1965-2007)’, defiende el compromiso en la literatura y está a punto de ver llevada al teatro su obra ‘El Betis, la marcha verde’, pero sufre porque sus equipos de fútbol predilectos no levantan cabeza

el 31 jul 2010 / 18:58 h.

Antonio Hernández, un escritor cuyas opiniones con frecuencia generan polémica.

Gaditano de Arcos de la Frontera, pero muy vinculado a Sevilla por múltiples afinidades literarias y por su beticismo militante, Antonio Hernández hace balance de cuatro décadas de producción poética y aprovecha para contar cómo ve el futuro del club de sus amores.

-Acaba de publicar su poesía completa y va a ser abuelo en breve. ¿No es muy joven para ambas cosas?
-Para ser abuelo ya no, pero para la poesía quizásí, porque pienso durar cien años, y desde los 67 que tengo pienso escribir al menos seis o siete libros más.

-Ha titulado los dos volúmenes de su poesía Insurgencias. ¿Cree que el patio está para eso?
-Está el patio para eso y lo estoy yo, pues siempre fui un insurgente, desde mi primer libro, cuando a la poesía de amor le incorporo una pincelada social. La mía ha sido una poesía de compromiso con el hombre, en todo momento ha ido del yo al nosotros, con una fuerte presencia de los demás, sobre todo de la clase desposeída, que tiene en mis versos un sitio especialísimo. Soy de los autores que inaugura, o reinaugura, el canallismo en la poesía española. Siempre estoy al otro lado de la orilla, y no sigo la moda tanto cuando aparecen los neoculturalistas como cuando llegan los poetas del silencio. No es que haya sido irreverente -aunque en algún momento también-, pero desde luego no ha sido nunca una poesía conformista, nimia, trivial, estetizante, anodina.

-Su paisano Caballero Bonald también ha llamado a la insubordinación en sus últimos poemarios. ¿están en sintonía?
-Una cosa es decir que uno es el que no está de acuerdo con nada, el desobediente, el infractor, y otra es demostrarlo. Las palabras no son suficientes, hay que mantener una conducta. Respaldando el mensaje escrito, tiene que haber una ética concomitante, y en ese sentido no sé si estamos en la misma línea. Al menos hay mucha gente que piensa lo contrario. Ya que me tira de la lengua, le diré que Caballero Bonald siempre ha sido un alto proyecto de señorito, y tiene más de Bonald que de Caballero...

-¿Tiene la poesía algún consuelo para el sufrido ciudadano de a pie?
-Depende de la poesía. Si quieres hacer una poesía decadente, palaciega, que evite pensar en el conflicto real, pues no. Pero el poeta tiene que tomar una actitud ante el problema que nos acucia, y el problema es colectivo. Mirar para otro lado resulta ahora, si no propio de delincuentes, sí al menos de personas enajenadas. En mi último libro, en el que cuento la salida de una depresión, abordo temas candentes que están en la mochila del hombre, y pesan como una cruz. Un bombardeo sobre una población indefensa me afecta como el paro, el drama de los inmigrantes o esa explotación religiosa que uniforma a la gente... No me escabullo. Y si no creo consuelo, al menos necesito creer que lo doy.

-Como bético, le ha dedicado usted a Lopera varias prosas, pero nunca un poema. ¿No se presta don Manuel al género?
-Lo tengo presente en mis oraciones, lo que pasa es que creo que nos queda Lopera para rato. Es un hombre que se ha criado en la escuela de la pobreza, y es muy difícil que abandone la ola alta después de llegar hasta allí. Siempre he dicho que Lopera habría sido un buen presidente de haberse retirado a tiempo. Dio soluciones en su momento, fue beneficioso, pero luego se vio de lo que iba, que estaba ahí por un afán de notoriedad y de todas esas cosas para lo que sirve presidir un club con una masa social como la del Betis... Ojalá desapareciera de mi horizonte, pero todas las noches se me aparece, como Luzbel, con cresta de gallina y cacareando. Será porque una vez dije aquello de que el Betis es un gallo de pelea que pone la carne de gallina.

-Y el centenario en segunda B del Cádiz C. F. -equipo al que usted dedicó su libro de relatos Gol Sur- ¿no merece siquiera una elegía?
-Hombre, la verdad es que tengo unos equipos que son la hostia, porque después del Betis mi segundo equipo es el Cádiz, y el tercero es el Atlético de Madrid... Se podrá imaginar que el último domingo de liga mi casa fue un velatorio. En el caso concreto del Cádiz, creo que se merece algo más grande, y desde luego no seré yo quien le haga el responso. Ojalá pudiera brindarle algo más vivificante, que lleve el equipo adonde merece estar, que es en Primera. A ver si me llaman un día para dar el pregón del Trofeo Carranza, al menos.

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