El profesor Antonio Ramírez de Arellano López ha sido investido este martes como rector de la Universidad de Sevilla, sustituyendo al profesor Joaquín Luque Rodríguez, en un acto solemne celebrado en el Paraninfo y que ha contado con la presencia de numerosas autoridades académicas, civiles y militares.
En su primer acto como rector de la cinco veces centenaria institución académica, Ramírez de Arellano ha defendido la necesidad de una mantener una Universidad "pública de calidad, autónoma en su funcionamiento e independiente en su gobierno". Para ello, el ya nuevo rector ha dejado claro los ingredientes que son necesarios y que pueden resumirse en uno: "suficiencia financiera" para mantener y mejorar la oferta académica así como impulsar la investigación. Ramírez de Arellano ha hecho igualmente una defensa de la política de precios públicos y becas que, a su juicio, deben mantenerse para propiciar realmente la igualdad de oportunidades y la equidad. Sin nombrarlo, afeó a aquellos cargos políticos, como el caso del ministro de Educación, José Ignacio Wert , que atacan a la Universidad pública con "expresiones frívolas o generalizaciones descalificatorias".
Al alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, presente en el acto y con el que aún está pendiente la negociación del futuro de la biblioteca del Prado y la petición de rescatar este proyecto en una ubicación cercana al centro de la ciudad, le ofreció colaboración después de mencionar "de manera especial" a "nuestra biblioteca universitaria".
Antonio Ramírez de Arellano fue elegido por el Claustro el pasado 23 de febrero, obteniendo un respaldo de 177 claustrales de los 263 (90% de participación) que ejercieron su derecho a voto, tal y como ha recordado la institución académica en nota de prensa.
El rector durante los últimos cuatro años, Joaquín Luque, ha sido el encargado de imponerle al nuevo Rector los atributos de su cargo: la medalla como nuevo representante de la gran asamblea universitaria, el birrete negro que refleja que representa a toda la comunidad universitaria, y el bastón de mando como símbolo del poder que ostenta.
