En las sociedades en las que no ha arraigado con fuerza el sistema de partidos se corren serios riesgos; en su versión extrema, el peor, el partido único. Pero hay un caso curioso: el corso. Las ideologías allí son intercambiables, aparentes, según quien gobierne. Lo observable es el partitu y el contrapartitu. El funcionamiento ya se lo imaginarán. Hemos llegado, en general, al feliz término de la negociación para la financiación. Los impulsores, lógico, se muestran mayoritariamente a favor del resultado; la oposición, el contrapartitu, en contra. Ya se que es la función de la oposición política pero incluso a ella cabe exigir algo de rigor, entre otras cosas para que el partitu mejore. Dejaré aparte el caso CIU. El PP, que esperaba llegar a La Moncloa a galope del paro y el fracaso en la negociación, se observa como una partida apandillada de contradicciones y desesperación, visible hasta en el rostro de sus dirigentes. Montoro -al que vendría bien leer Caritas in veritate - dice que tanto dinero traerá paro y déficit y que la negociación ha sido a cencerro tapado, pero él negoció con nocturnidad en el Majestic la adhesión inquebrantable de Pujol a las tesis de Aznar, sin importarle ni el precio ni dejar fuera del sistema a Andalucía. Mientras, sin que se aprecie temor al paro y déficit, sus apandillados compañeros regionales quieren más dinero.
Feijó, gallego, dice que ZP ha negociado con ERC -en el tripartito- cuando las negociaciones debieron ser con gobiernos, mientras Rajoy critica a voces que ZP no haya negociado el sistema con él -el PP-. Aguirre se queja de que miles de madrileños se queden sin financiación, cuando su partido se olvidó de más de 400.000 andaluces. El PP andaluz sólo quiere, dicen, que Andalucía sea la que más se lleve, mientras critica, y atiza la catalanofobia, que los catalanes quieran lo mismo para ellos. La ciencia política tiene calada y estudiada esta particular manera de entender la democracia del contrapartitu, pero, de momento, no el de la pandilla política, mientras tanto deberían adelantarse los ciudadanos.
Licenciado en Derecho y Antropología
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