El pelotón del Tour de Francia afronta la última etapa antes de entrar de lleno en los Alpes, una jornada de media montaña, con dos puertos de cuarta categoría, que servirá de aperitivo para el macizo alpino pero sin demasiada dificultad.
La presencia del Col de L'Orme a menos de diez kilómetros para la meta puede dificultar cualquier intento de control de la carrera y, por tanto, echar por tierra las opciones de los equipos de esprinters de organizar una llegada masiva.
Entre Nimes y Digne-les-Bains, los 194,5 kilómetros de recorrido presentan carreteras sinuosas y no siempre fáciles, aunque sin verdaderas dificultades montañosas.
Una etapa buena para organizar fugas que pueden llegar con éxito hasta la meta.
