Un análisis táctico trata de diseccionar de manera objetiva y pormenorizada la pizarra y propuesta futbolística de un técnico. Sin embargo, la decisión puntual de un integrante del dibujo es capaz de dinamitar cualquier razonamiento a posteriori.
El entrenador del Real Betis, Pepe Mel, cometió un craso error cuando dispuso un 4-4-1-1 en el que figuraban tres mediocentros natos: Juande, accidental banda diestra, Salva Sevilla e Iriney, aunque el choque se decantó a favor del Cartagena por una cuestión diferente.
Arzu, un central polivalente capaz de adaptarse a la medular, se erigió en protagonista cuando, con 29 años en su DNI, 200 partidos en Primera y 78 en Segunda, cometió una absurda e innecesaria falta en la frontal del área que significó el 1-1 y el inicio del suicidio colectivo heliopolitano. Mel necesita incorporaciones y no mensajes de autocomplacencia.
El madrileño se equivocó en el plan, aunque su único as en el banquillo por si nacían contratiempos era Beñat. Caffa apenas aporta en momentos de tensión y Rodri y Cañas son de un perfil semejante al vasco.
En la recta final, y con sus discípulos presos del desconcierto y la impotencia, el preparador verdiblanco ordenó un 3-3-1-1 para agotar los cuatro minutos de prolongación. Fue tarde. O sencillamente un aviso a navegantes.