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Aplaudido por casi todos

Los líderes del País Vasco, Íñigo Urkullu, y de Cataluña, Artur Mas no aplauden al Rey.

el 19 jun 2014 / 22:45 h.

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Los líderes vasco y catalán permanecen impasibles. / EFE Los líderes vasco y catalán permanecen impasibles. / EFE «Voy dentro corriendo, no sea que me quede sin sitio». Esa frase, pronunciada por un diputado a las nueve de la mañana, una hora y media antes de que el nuevo Rey llegara ayer al Congreso, refleja a la perfección el ambiente que se vivió en la ceremonia de proclamación. Nadie quería perdérsela, conscientes de estar ante uno de esos momentos que se contarán a los nietos dentro de muchos años. Así que más que relatar quién estuvo, habría que explicar quién no acudió al Hemiciclo. Se termina mucho antes si se dice que faltaron los que habían dicho que no iban a estar, los diputados y senadores de Izquierda Plural, ERC, BNG, Geroa Bai y Amaiur. Tampoco hicieron acto de presencia, como se esperaba, la Infanta Cristina ni su marido, Iñaki Urdangarín, ni los hijos del matrimonio. Y, por supuesto, también se ausentó el Rey Don Juan Carlos, que quiso dejar todo el protagonismo del momento a su hijo. El resto, todos: el Gobierno en pleno hasta el rango de secretarios de Estado, los expresidentes del Ejecutivo, la Reina Doña Sofía, la Infanta Elena y su hijo Felipe Juan Froilán, las hermanas de Don Juan Carlos, y los padres de la Reina Doña Letizia, su abuela paterna y su abuelo materno. Por supuesto, tampoco faltaron los presidentes del Supremo y del Constitucional, representantes de la Patronal y los sindicatos, los jefes de los tres Ejércitos y los 17 presidentes de Comunidades Autónomas, incluidos el del País Vasco, Íñigo Urkullu, y Cataluña, Artur Mas. Precisamente estos últimos, secundados por los senadores y diputados del PNV y CiU -excepto el portavoz catalán Durán i Lleida- fueron los únicos que se negaron a aplaudir a Felipe VI. Ni unas palmas de cortesía salieron de sus manos. Y hubo momentos para hacerlo, porque las palabras del Rey levantaron hasta seis ovaciones cerradas en los 26 minutos de discurso, como cuando se refirió a su padre, Don Juan Carlos; cuando agradeció a su madre, Doña Sofía, «toda una vida de trabajo impecable al servicio de los españoles»; cuando recordó a las víctimas del terrorismo y cuando ensalzó el «patrimonio común» que suponen las lenguas cooficiales. Sin embargo, ni siquiera Más y Urkullu agradecieron al final el gesto del Monarca de cerrar su discurso con unas palabras en castellano, catalán, euskera y gallego: «muchas gracias, moltes gràcies, eskerrik asko, moitas grazas». EN EL PUNTO DE MIRA. Si el protagonismo absoluto fue para el nuevo Rey, como requería la ocasión, todas las miradas buscaron también a la Reina, y a la Princesa de Asturias, Leonor, y la Infanta Sofía. No pasó inadvertido el vestido de Doña Letizia que, según los expertos en protocolo, innovó con un traje corto diseñado por Felipe Varela. Probablemente fue la forma que tuvo de expresar, con un gesto, esos nuevos tiempos que los jóvenes Monarcas quieren traer a la Corona. A nadie se le escapó tampoco la naturalidad con la que se comportaron las hijas de los Soberanos, pendientes de sus padres, intercambiando miradas cómplices e incluso caricias con su madre. La pequeña, la Infanta Sofía, más inquieta que su hermana mayor, la Princesa Leonor, atenta y sería en todo momento. Eso sí, a ambas se las vio un tanto desconcertadas, sin saber si aplaudir o no en ocasiones, como cuando su padre se refirió con cariño a ellas. Del mismo modo, antes y después de la ceremonia fueron muchos los que quisieron dejar su testimonio para las hemerotecas y videotecas. Así, si a alguien no le gustó la alocución real, desde luego no lo dijo en público. La mayor parte de los testimonios coincidieron en que había sido un «buen discurso» con alusiones a la necesidad de revitalizar las instituciones, a la crisis y los parados y a su propósito de ganarse el puesto. Fue muy comentado, también, el momento en el que Felipe VI citó a Don Quijote: «no es un hombre más que otro si no hace más que otro». Una frase que muchos interpretaron como un gesto de humildad y un propósito de querer ganarse el puesto. Además, tanto el presidente del Gobierno como los exmandatarios vivos tuvieron breves palabras para valorar la intervención del nuevo Rey. En este sentido, Mariano Rajoy destacó que «nunca jamás en la Historia de España la sucesión en la Jefatura del Estado se había hecho con la tranquilidad con la que se ha hecho ésta, y pienso que esto es reconfortante y para sentirse contentos y orgullosos».

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