Un momento del pleno del Ayuntamiento de Sevilla. / J.M. Paisano (ATESE) La bajada de impuestos que el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, se comprometió hace casi tres años en plena campaña electoral se formalizó ayer a la tercera tentativa. Lo hizo tras dos años de subida de impuestos bien obligada desde Madrid, como el alza durante dos años del IBI; o aplicando el incremento de nuevas tasas o aumentando otras que diseñó en su Plan de Ajuste ideado para el pago de proveedores y blandiendo que las ordenanzas fiscales de 2014 son las mejores de toda la historia democrática de Sevilla. Fórmula articulada, sobre todo en los grandes impuestos:el IBI, que representa la mitad de los tributos, bajará un 13,41% 10% por no aplicar la subida que ordenó prorrogar el Gobierno de Rajoy en 2014 y 2015 y un 3,41% de cosecha propia, el ICIO (construcciones) descenará un 4,75%, el IAE (actividades económicas) lo hará en torno al 7% y la Plusvalía un 1,6%. El sello del coche se congela, al igual que la mayoría de las tasas, muchas de las cuales ya experimentaron un fuerte incremento en 2013. La bajada de impuestos no contentó las expectativias del principal partido de la oposición, que se presentó al Pleno municipal con la premisa de que la anunciada rebaja había llegado tarde y una batería de 40 enmiendas de las que tres fueron aceptadas en parte: la ampliación durante dos años de la bonificación para las VPO en el IBI de un 25%, una relativa a la tasa de apertura y otra sobre la congelación de las tasas en quioscos. A ello validó con su voto la bajada del IBI y la Plusvalía, así como los precios en el otorgamiento de licencias, tanto establecimientos como de los servicios de mercado. El resto votó en contra y, por tanto, se aprobó en solitario merced a la mayoría absolunta que ostenga el Gobierno local del PP y a que IU se opuso a la aprobación inicial de las ordenanzas sin descartar que pueda apoyar algunos de los puntos cuando se valide de manera definitiva. Un voto en el que también influyó la ausencia de su portavoz, Antonio Rodrigo Torrijos, que iba a defender este punto pero se tuvo que retirar del Pleno después de sufrir un desvanecimiento que supuso el gran susto de la sesión plenaria. Zoido fue el que intervino primero para explicar las ordenanzas fiscales, dejando la defensa de los ataques de la oposición a su delegada de Hacienda, Asunción Fley. El alcalde, tras depositar su confianza en los signos de recuperación económica difundidos desde Madrid, se rebajó en lo local para defender los dos años en los que no pudo atajar la patata caliente de una presión fiscal al límite como la Sevilla. Ahí salió a relucir la herencia recibida del anterior gobierno: los 713 millones de deuda, el impago a proveedores y los recursos de la Ley de Suelo agotados y desperdiciados. La herencia recibida no debe servir de coartada, sino como acicate para salir de la crisis, señaló. Con el escenario dibujado, justificó su política de ajustes de primera mitad de mandato, definida por Zoido como adelgazamiento de estructuras, revisión a la baja de altos cargos o reestructuración de personal. Indicó que podrían haber hecho otras cosas y mirar a otro lado, endosando esa práctica a PSOE e IU. Pero no es nuestro estilo huir, manifestó. E incluso animó a retrotraerse a tiempos del gobierno anterior e indicar que el IBI subió en esos ocho años un global del 45,51%, para después defender su rebaja lineal de impuestos y unas bonificaciones enfocadas a incentivar el empleo y la actividad económica. Y terminar con ese mensaje de la mayor rebaja fiscal de toda la historia democrática de Sevilla. Tal comparativa no gustó a la oposición. Ni a IU, que reclamaba más medidas de equidad social a través de su segunda de a bordo, Josefa Medrano, ni a Juan Espadas.El portavoz municipal del PSOE, que no escondió prendas ante la subida fiscal de sus predecesores, aclaró que en aquellos años se hicieron muchas cosas, cosa que en el actual gobierno no se ha hecho casi nada. Además, dudó de la bajada fiscal, indicando que el sevillano pagará más que en 2011, por las subidas anteriores. Además, Espadas se guardó en la recámara una denuncia: lo que consideró como un nuevo tasazo en la basura para los dueños de locales vacíos, que supondría ingresos extra para las arcas municipales valorados en 2,1 millones y que sumó a otras medidas que figuraban en los borradores y que fueron rectificados al ser detectadas por la oposición como las tasas urbanísticas o el copago en los servicios de la Policía Local. Si cierra un local, como figura en el catastro, van a pagar generen o no basura, cuestionó Espadas, que insistió en que la creación de nuevas tasas supone una fórmula de aumentar la presión fiscal. De todo ello respondió Fley. Se negó a admitir que el Consistorio haya subido el IBI lo hizo el Estado y desmintió el tasazo. Aludió más bien un cambio en la gestión de la tasa de basura para locales. Si antes el criterio utilizado era la solicitud de alta del propietario, ahora se fijará un padrón fiscal basado en el catastro. Por lo tanto, lo consideran como una herramienta contra el fraude, lo que le permitiría, según las previsiones que se manejan las ordenanzas fiscales, desembolsarse esos ingresos. Lo que supone, al final, 2,1 millones más con esa tasa.